miércoles, 24 de abril de 2019

¿QUÉ SIGNIFICA EDUCAR?


¿QUÉ SIGNIFICA EDUCAR?
Aprendizaje - Educación - Domesticación
Joaquín Benito Vallejo



Queremos distinguir previamente los conceptos de aprendizaje, educación y domesticación. Aunque generalmente educación y aprendizaje se utilizan unidos y con el mismo significado, son aspectos distintos, sin dejar de tener en cuenta que ambos se interrelacionan y pueden ser interdependientes. 

En cuanto al concepto de domesticación, he de decir, que esto es lo que se hace habitualmente confundido y utilizado como educación, pero que es completamente contrario a ella.  

Aprendizaje: capacidad innata mediante la cual podemos conocer el medio que nos rodea, y adquirir recursos para intervenir en él.
Educación: La formación y el desarrollo del SER, basada en la interrelación mantenida con los padres.
           Domesticación: Restricción de las capacidades del niño y adoctrinamiento en los objetivos que la sociedad desea.

           La bondad depende de la educación, el conocimiento depende de la enseñanza, la obediencia depende de la domesticación.

El aprendizaje es una capacidad innata que tenemos todos los seres vivos, no solo los humanos, la capacidad de conocer el medio en el que nos movemos, en el que vivimos. Una capacidad, por otra parte, esencial para vivir, ya que para vivir es necesario conocer el mundo en que se vive, sea el de una bacteria, o el de un ser humano. 

La raíz del aprendizaje se asienta en el “reflejo de orientación” enunciado por Luria, reflejo o capacidad innata para moverse en el medio entorno con el objetivo de satisfacer todas las necesidades vitales

Aprendemos mediante nuestros sentidos, nuestro movimiento, y nuestras relaciones con los demás y con el entorno. Los sentidos son las puertas básicas de la percepción y del conocimiento, tanto de nosotros mismos como del entorno. Hay sentidos interoceptivos y propioceptivos que nos permiten conocer nuestro propio cuerpo y sus funciones, así como la estructura anatómica. Y otros, exterocéptivos que nos permite conocer el mundo externo.

La educación puede aumentar o restringir el aprendizaje. Puede dar la posibilidad de enriquecer las percepciones, cultivar los sentidos, las relaciones, abrir las puertas al mundo o entorpecer lo que en él se haga.

 La educación, a diferencia del aprendizaje, es fundamentalmente la actitud psicológica relacional de los padres o maestros con los hijos o educandos. 

La educación, según mi definición radica, constituye incluso el marco de las primeras interrelaciones y quehaceres que se establecen entre los padres y el niño. 

Unas relaciones de afectividad confirmante hacia el niño, de confianza, de seguridad, y de respeto hacia los impulsos naturales y las capacidades del niño. 
Suponen el marco previo de la educación, donde pueden darse las condiciones esenciales e imprescindibles para que la educación se pueda desarrollar. Unas condiciones que permitan -lo que es esencialmente la educación- el libre desarrollo de las potencialidades naturales y humanas de los niños, sin presión, represión, adoctrinamiento, seducción, ni normas estrictas ajenas al desarrollo, ni otras moralidades, ni artimañas para conducir al niño donde desean los adultos, aunque sea de una manera amigable y seductora.

 Esto es lo que definimos como educación

Las relaciones materno y paterno filiales -condiciones de la educación- deben establecerse por el placer, no por la obligación. Por el deseo de vivir en relación de igualdad unos con otros, por el deseo de respetar al otro para que encuentre y defina su propio ser e individualidad y cultive sus propias capacidades. Por el reconocimiento del niño como pleno ser, con sus propias necesidades y capacidades, que hay que posibilitar.

(En otra página aparte, exponemos cuáles son los pre-requisitos para que se dé esta educación: el ideario de la haptonomía, y también de Montagú en “El contacto humano”, de E. Fromm, en “El arte de amar” fundamentalmente y de Maturana entre otros. Así como la “teoría del apego” de Bowlvy y las aportaciones de Spitz.)

Distinguimos también educación, respecto de domesticación o adoctrinamiento, además del concepto de aprendizaje. Depende de si es educación o domesticación el aprendizaje será distinto, como hemos expuesto brevemente antes.

Vamos a ver ahora la diferencia entre educación y domesticación.

Mientras que la educación posibilita, la domesticación inhibe. coarta, delimita, reprime. Esto es además lo que se hace habitualmente y se entiende por educación. Con lo cual, tenemos una idea equivocada de la educación.

La domesticación es adoctrinamiento enraizado y sostenido por la represión de las necesidades innatas naturales, biológicas. Ambas están basadas en la psicología. La una -educación- abre las puertas para ofrecer todos los caminos posibles. La otra -domesticación- las cierra, y ofrece solo un pasillo estrecho por el que se ha de caminar.

Los padres tienden a inculcar en sus hijos las normas y características sociales. En su gran mayoría quieren para sus hijos lo mejor. Unos creerán que lo mejor es obedecer las normas impuestas mediante el castigo o la represión, para otros serán la seducción, para otros más el dejar hacer lo que le venga en gana sin prácticamente ninguna orden. Todos se equivocan en mayor o menor medida. Porque ninguno permite el libre desarrollo en el respeto y la convivencia con los demás. En el respeto a sí mismo, el niño aprende el respeto a los demás. No en el consentimiento ni en la represión. La educación es una tarea muy difícil porque los padres no conocemos las necesidades del niño y no sabemos cómo aplicar las medidas posibilitadoras para ello, ni hemos sido tampoco bien educados. De ahí que se necesiten expertos teóricos y prácticos.

Cuando las interrelaciones establecidas entre los adultos y los niños se basan en la presión y la represión por la fuerza, del más fuerte que es el adulto, sobre el débil que es el niño, basadas en la obediencia, en el castigo, impidiéndoles a los niños el desarrollo de sus propios impulsos naturales humanos y de sus capacidades potenciales, imponiendo en su lugar, normas, ideas, creencias y comportamientos, la llamo domesticación. Hay otra versión edulcorada de la domesticación, en la que no se utiliza la fuerza, sino la seducción, que es igual de peligrosa que la que utiliza la represión. La seducción utiliza el engaño con artimañas dulces.

 Otra variante de la seducción puede ser la "racionalización”. Exponiendo más o menos detalladamente, qué es lo mejor para el niño pensando en el día de mañana, en el futuro, en que hay que tener un trabajo estable y bien remunerado que dé de comer satisfactoriamente. (Expondremos aquí las ideas de Maturana al respecto) 
Además, el Ministerio de Educación impone los programas, ajustándose estos en su mayoría a lo que necesitan y proponen las empresas, dejando fuera, las materias de letras, filosofía y artes. Lo único que se puede hacer es protestar y exigir las materias excluidas y/o hacer cooperativas o asociaciones de padres y maestros organizando las propias materias.

 Mientras que la educación es la base y condición para la realización y la independencia de los niños y para su madurez psico afectiva, la domesticación por el contrario implica el establecimiento de las condiciones adversas: la neurotización, -la enfermedad mental-, la psico-patología, la des-realización, la frustración, el esclavismo, la dependencia, la inmadurez, la hipocresía, la maldad, o el aparentar ser, la obediencia encubierta con la culpabilización, etc., etc.

Por todo lo dicho previamente, vamos a definir la educación como: (1) extraer, sacar, abrir, estimular, potenciar, desarrollar, satisfacer los impulsos innatos como ser vivo y humano, así como todas sus capacidades naturales potenciales.

No solo, dar la posibilidad, de realizarse plenamente como ser humano, sino, además, estimularlo y desarrollarlo en toda su casi infinita gama, y con todos los recursos y medios posibles.  / Esta estimulación es la base para desarrollar lo que Gardner entiende por inteligencias múltiples – desarrollo de todas las capacidades o inteligencias / 

Esta primera definición o acercamiento al significado de educar implica que ha de basarse en el amor, -expuesto aparte-, y en plena libertad. Es decir, sin obligar al niño, basándose en sus capacidades naturales con las cuales nace. Es, no solo, permitir que estas capacidades naturales se desarrollen sin cortapisas, lo cual sería la premisa primaria, sino, la estimulación necesaria y natural extraída de las necesidades de su desarrollo inscrito en su biología, para que ello brote y se desarrolle.  

Esto es lo que debe estar enmarcado previamente como una condición ambiental relacional psíquica, para que la vida potencial e integral del niño nazca y se desarrolle en el clima relacional de afectividad confirmante y respeto, donde no puede darse la imposición, la presión ni la seducción. Donde no se deben dar la imposición de normas ni creencias. El respeto y las normas se aprenden en la convivencia.



miércoles, 17 de abril de 2019

DESEDUCATE


DES-EDUCATE / Propuesta para vivir y convivír mejor.
Eva Bach y Pere Darder
(Recopilación de Joaquín Benito Vallejo)





Los seres humanos tenemos que educar nuestras emociones a lo largo de toda la vida y debemos tenerlas en cuenta en cualquier ámbito de nuestra existencia.

Cuanto menos tiempo tengamos para adentrarnos en el propio mundo interior, menos probable será que cuestionemos el sistema.

Hay que ser capaces de asumir las frustraciones como algo natural e inevitable, hacernos cargo de las propias acciones y emociones y asumir nuestra responsabilidad individual en la sociedad.

Somos manipulados de diversas maneras y a la vez se nos hace pensar que somos libres, porque podemos comprar una cosa o la otra, votar a unos u otros o no votar. Y se nos advierte que no podemos quejarnos porque vivimos en una democracia.

No reconocer nuestras necesidades profundas nos deshumaniza.
Tenemos que dejar de reproducir formas de vida que pretenden instalarnos en la comodidad a costa de renunciar a la plenitud humana.

Des-educarnos significa dejar de educarnos en los principios y maneras desencaminadas que imperan actualmente. 

La educación está desencaminada en cuanto no contribuye a formar personas felices, autónomas, responsables y solidarias. 

      La compartimentación de la persona y del conocimiento es un aspecto de la cultura que tenemos que deseducar. No podemos permitir que nos condicionen hasta lanzarnos a formas malsanas de vida y de relación, que nos llevan desde la angustia al pesimismo, el egoísmo y la violencia. Tenemos que desprendernos de muchísimas cosas. No podemos permitir que las directrices externas ejerzan una influencia sobre nuestras vidas como consecuencia del desconocimiento de nosotros mismos y de falta de criterio personal.

La desconexión de nuestro ser auténtico genera una ruptura entre nuestra parte biológica y nuestra parte social o ética. Hemos de reconocer que lo que da sentido a nuestra vida es el amor, que necesitamos al otro. La felicidad consiste en lo que soy capaz de sentir, valorar, ofrecer y compartir.


La educación no puede agotarse en la individualidad, tiene que conducir a la persona hacia la conciencia y el compromiso social.


La convivencia debe sostenerse sobre la solidaridad, valor fundamental para la vida colectiva, que no nace de las convenciones, sino de un sentimiento personal profundo de identificación con los otros. El ser humano tiene que ser capaz de utilizar su inteligencia para ir más allá de su dimensión biológica y hacer una aportación ética que contribuya a la convivencia. No me puedo preocupar únicamente de qué mundo quiero, sino, además, de qué mundo estoy construyendo para los demás, con mis actos y mis actitudes. 

¿Estoy dispuesto a escuchar y aprender de los demás? ¿Me preocupa cómo les afecta lo que hago? ¿Vivo centrado en mí mismo, y no me cuestiono ser más amable, atento, a las necesidades y sentimientos de los demás? Es imperdonable que no me ocupe de los problemas del mundo.

Tener un coeficiente intelectual elevado no es garantía de madurez. No garantiza la capacidad necesaria para relacionarse, amar, o implicarse en la construcción adecuada del entorno. La educación debe contemplar necesariamente esta premisa.

Las emociones superan ampliamente el ámbito personal, alcanzan las propias estructuras sociales y políticas. La educación emocional ha sido desatendida por las ideologías, desde el patriotismo a los ideales románticos o las religiones.

La emoción que ha de incorporarse a la educación es personal, interpersonal, social y ética.

Tenemos que conjugar pensamiento y emociones y traducirlo en acciones concretas que respondan a actitudes más evolucionadas.

Conocer para ser capaces de sentir y sentir para conocer y construir un mundo mejor con los otros.

La inteligencia emocional constituye la base de todas las demás y tiene que ser la base de la educación.

La convivencia hay que construirla sobre la solidaridad y ésta sobre la igualdad. Que tiene en cuenta las diferencias, pero no puede admitir determinadas jerarquías. En circunstancias diferentes somos iguales en dignidad, responsabilidad, debilidad, humanidad. Y somos interdependientes. Nos necesitamos mutuamente.
Igualdad, porque ambos somos capaces de convivir, sin situarnos uno por encima del otro, sin necesitar someter ni anular, asumiendo que hemos de hacer compatibles las diferencias.
Solidaridad como sentimiento de igualdad, que implica reconocerse a uno mismo en el otro, tan necesitado de atención y consideración. Sentirse parte del otro. Sin lo cual es difícil disfrutar, compadecer, participar, amar. Sentimiento que debe ser mutuo.

La educación ha de favorecer este sentimiento de comunidad para hacer posible la convivencia.

La cohesión ha de basarse en lo que se comparte, no en lo que nos diferencia. Ser catalán, católico, periodista, etc., no es lo importarte, sino reconocerse como personas.

Des-educarnos significa desprendernos de todo aquello que nos impide reencontrarnos: miedos, prejuicios, dogmatismos, apariencias.

La solidaridad es un valor. Para educar en valores conviene crear situaciones que faciliten la toma de consciencia, el intercambio, la creatividad, incluso la transgresión, que promuevan la integración del pensamiento, la emoción y la acción. No se trata solo de adquirir un vocabulario y aprender técnicas, la finalidad es partir de la propia humanidad para llegar al sentimiento de comunidad.
Para educar en valores hay que empezar por las propias emociones. La vida emocional es la base de la vida moral. Los criterios morales no pueden establecerse al margen de las emociones. El valor se asume plenamente cuando es comprendido y sentido.

Educar para la convivencia exige aprender a sentir, comprender, sufrir, disfrutar y a aprender expresar los afectos.
Educar para la paz es hacer crecer dentro de la persona el deseo y la responsabilidad de la paz.
Sentir el goce de la paz y la indignidad de la violencia latente o manifiesta. Y responder de forma no violenta ante las acciones de los demás.

Existen diferentes tipos de violencia: el insulto, el chismorreo, la agresión, el maltrato, y también, la violencia política, ideológica, económica, étnica, ecológica que son de suma gravedad.

Tenemos que des-educarnos porque muchas de nuestras creencias y maneras de actuar son erróneas y nos han conducido a la anestesia, a la infelicidad, a la confrontación. Los hábitos asentados actúan como barrera que nos impiden conectar con las emociones profundas que más nos pueden humanizar. 

Nuestros mecanismos de respuesta, estructuras mentales y formas de vida están marcados desde el comienzo por las reglas de la cultura dominante. Por ello, nuestras decisiones no son muchas veces nuestras, sino las que nos vienen marcadas desde fuera.

Deseducar implica en primera instancia tomar distancia de ciertas rutinas y tópicos y empezar a diferenciar lo que soy de aquello en lo que me he convertido por imperativos externos, separar lo que hago de lo pienso, las emociones que son mías de las que me han sido inculcadas.


Tenemos que deseducarnos para reencontrarnos. 





piedra y nube: Masculino y Femenino

piedra y nube: Masculino y Femenino :   FEMENINO Y MASCULINO  Leonardo Boff y Rose M. Mauraro Recopilación por Joaquín Benito Vallejo   Leon...