jueves, 7 de febrero de 2019

Reflexiones sobre el YO.


Krishnamurti – Reflexiones sobre el YO.



¿Se puede vivir sin ampararse psicológicamente en la autoridad,  ya sea externa o interna -basada ésta, en la experiencia propia-?

Esa es la cuestión esencial que debemos plantearnos. 
Claro que es posible vivir sin ampararse en la autoridad. 
Solo de esta forma se puede conectar con lo que es real.

Comunicarse implica escuchar y aprender.
Partiendo del bagaje que cada uno tenemos: conocimiento, experiencia, prejuicios, traumas, sufrimiento, educación, cultura -como sinónimo de inculcación de normas, costumbres, o credos…-

Examine cómo escucha lo que ocurre a su alrededor, bien sea dialogando consigo mismo, o escuchando a los demás.
Esto es muy difícil, porque siempre estamos proyectando nuestras ideas, prejuicios, impulsos, nuestro yo, lo que implica que apenas escuchamos realmente.
Solo se puede escuchar en un estado de atención, de silencio, en el que todo lo que traemos está en calma y no se proyecta.  Cuando no hay ninguna intención, ni barrera. -pag. 31-

¿Cómo reconocemos las distintas actividades del ego, en sus formas sutiles, detrás de las que cada uno nos refugiamos?

La acción basada en una idea es una forma del ego que le proporciona continuidad. 
La búsqueda de poder, posición, autoridad, ambición, etc., son los aspectos del ego en sus distintas modalidades. 
Lo importante es comprender al ego.

Cada uno de nosotros como ser humano, al ser responsable del caos y la desdicha del mundo, ha de producir una revolución radical en sí mismo.  
Cada uno somos a la vez la sociedad y el individuo, la violencia y la paz, mezcla de placer, odio, miedo, agresividad, dominación, amabilidad, ternura.
Siempre existe un predominio de un aspecto sobre el otro y como resultado mucho desequilibrio.
Somos responsables ante el mundo y ante nosotros de lo que hacemos, pensamos, actuamos, sentimos. 
La búsqueda de la verdad sin comprender profundamente en la carne esa extraña contradicción, tiene poco sentido a menos que haya una transformación radical.

Lo que cada uno podemos hacer para vivir sensatamente, con equilibrio, sin conflicto, sin odio, ni violencia, es algo que cada uno ha de responder por cuenta propia.

Una mente que solo quiere ser instruida es incapaz de aprender.

Una parte del aprender no está ligada con querer que se nos enseñe.

Si solo queremos encontrar a alguien que nos ayude a no estar confusos solo aprenderemos las pautas para conseguirlo.
Pero esas formas de aprender nos llevan a mayor confusión, incluso a un deterioro de la mente.
Otra forma distinta, es un aprender como una investigación sobre nosotros mismos donde no hay ningún instructor.

Observar los propios pensamientos, las actividades y los sentimientos no depende de que nadie nos enseñe, no depende de ninguna autoridad ni de ningún consejo.
Es muy fácil caer en la rutina de seguir el camino más cómodo, siguiendo los consejos de un sistema o de una autoridad.  
Lo contrario es muy difícil porque se nos ha educado para seguir la norma de la autoridad como la más conveniente: poner toda nuestra fe, nuestra seguridad y confianza en una idea externa, en una enseñanza, en un gurú.

Cualquier persona inteligente y despierta se opone totalmente a eso.
Donde manda una autoridad psicológica hay conformismo: la adaptación a una pauta marcada por otro, por un precepto, que nos da seguridad. 
¿Hay seguridad en la autoridad psicológica, religiosa?
Millones de personas siguen ese falso camino.

¿Se puede llevar una vida inconformista, no imitativa, sin seguir ninguna tradición, normativa o pauta, consciente o inconscientemente?

Cuando uno adopta un modelo siempre hay contradicción entre lo que uno es en realidad y la pauta marcada. Siempre hay un conflicto interminable.
Al adoptar una pauta, uno nunca está libre, no sabe lo que es la compasión, siempre está batallando, dándose importancia a sí mismo, el ego adquiere una importancia extraordinaria.  

Vamos a investigar si hay alguna vida donde no exista ni un destello de autoridad.
Pero para investigar eso uno ha de estar libre.
Sin embargo, el propio bagaje está siempre condicionando la investigación. ¿Puede uno librarse de ese bagaje?

La propia necesidad de encontrar la verdad es tan fuerte que aleja el bagaje y este deja de interferir.
Si somos serios debemos regenerarnos, pero esto solo es posible rompiendo con los valores aprendidos, con nuestros deseos agresivos y de protección personal.

El autoconocimiento es el principio de la libertad.

Solo cuando nos conocemos a nosotros mismos podemos producir orden y paz. 
Cada uno de nosotros podemos posibilitar un cambio fundamental en nuestras relaciones, que tendrá su propio efecto. Pero no es posible la transformación si se piensa en ganancias.  
Los problemas humanos son muy complejos, comprenderlos requiere paciencia y penetración. Solo los podemos comprender y resolver por nuestra cuenta, no por formulas, ni especialistas ni consejos.
Para ello debemos darnos cuenta no solo de nuestra relación con las personas, sino también con la propiedad, las ideas, la naturaleza.

Debe haber un cambio fundamental en nuestros valores y nuestra disposición.

La mayoría de nuestras relaciones se basan en el resultado de nuestro deseo de provecho personal, de comodidad y de seguridad.
Nos pueden provocar una momentánea evasión, pero solo fortalecen el ego y son aisladoras y esclavizantes.
La relación es el espejo donde puede verse el ego, y solo nos podemos desprender de él cuando se comprenden sus formas de ser en las relaciones.

No solo estamos condicionados por el entorno, sino que somos el entorno, no podemos existir sin él.

Nuestros valores y respuestas están condicionados por la sociedad de la que formamos parte.
No vemos que somos la totalidad del entorno porque en nosotros hay varias entidades, todas ellas evolucionando alrededor del ego, compuesto de estas entidades, deseos de distintas formas. De este conglomerado de deseos surge la voluntad de lo “mío” y se establece la relación entre el ego y el entorno. Esta separación es el origen del conflicto interno y externo. 
El autoconocimiento es necesario si sirve para liberarse de las influencias y valores que cobijan al ego. La opinión y la tradición conforman nuestros pensamientos y sentimientos desde la más tierna infancia. Producen un efecto poderoso y duradero que configura toda nuestra vida consciente e inconsciente.

El conformismo comienza en la niñez mediante la educación y el impacto social.

El deseo de imitar es un factor muy potente a niveles superficiales y profundos. No tenemos pensamientos ni sentimientos independientes. Cuando suceden son meras reacciones y no están libres de la pauta establecida, ya que en la reacción no hay libertad. El instinto de adaptación que es deseo de seguridad, genera miedo y concede prominencia a la autoridad política, religiosa, líderes y héroes que fomentan la subordinación, por quienes somos dominados sutil o descaradamente. Pero no adaptarse es solo una reacción contra la autoridad y no nos ayuda en absoluto a convertirnos en seres humanos íntegros. La reacción es interminable, solo conduce a mayor reacción.
El conformismo con su corriente subterránea de temor es un impedimento, pero el mero reconocimiento intelectual de este hecho no superará el impedimento. Solo cuando con todo nuestro ser nos damos cuenta de los impedimentos, podemos libraros de ellos, sin crear bloqueos adicionales.

Cuando somos interiormente dependientes, la tradición tiene mayor dominio sobre nosotros y una mente que piensa de acuerdo con la tradición no puede descubrir lo que es nuevo.

 Al adaptarnos nos convertimos en mediocres imitadores, en piezas de una cruel máquina social. Lo que importa es lo que nosotros pensamos no lo que otros quieren que pensemos. Cuando nos adaptamos a la tradición nos volvemos meras copias de lo que deberíamos ser.  La imitación de lo que deberíamos ser genera temor y el temor mata el pensamiento creativo.

El miedo embota la mente y el corazón, y no estamos atentos al pleno significado de la vida.

 Nos hacemos insensibles a nuestros propios sufrimientos, al movimiento de las aves, a las sonrisas y desdichas de los demás.
El miedo consciente o inconsciente tiene muchas causas y se necesita una gran observación y alerta para deshacerse de ellas. No puede ser eliminado por la disciplina, la voluntad o la sublimación. Hay que investigar y comprender las causas. Es relativamente fácil comprender y disolver nuestros miedos, pero los que son inconscientes no son descubiertos, no permitimos que salgan a la superficie, y cuando afloran los encubrimos y huimos de ellos, y nos causan gran deterioro.  
Para liberarnos de todo temor debemos estar despiertos a su influencia ensombrecedora y solo la observación continua puede revelar sus múltiples causas.

Un resultado del miedo es la aceptación de la autoridad.

 Esta es creada por nuestro deseos de tener razón, de estar seguros y cómodos, de no tener conflictos ni perturbaciones conscientes. Pero nada que resulte del miedo puede ayudarnos a comprender nuestros problemas, aunque el miedo adopte la forma de respeto y sumisión a los supuestos sabios y autoridades.
Los sabios no ejercen autoridad ninguna, y los que se postulan como autoridades no son sabios.
El miedo impide vernos a nosotros mismos y nuestras relaciones con los demás y las cosas.
El seguimiento a la autoridad es la negación de la inteligencia. Aceptar la autoridad es someterse a la dominación, sojuzgarse a un individuo, a un grupo, a una ideología y esta sumisión es la negación de la inteligencia y de la libertad.

La conformidad con un credo o una ideología es una reacción de autoprotección.

¿Como puede haber compromiso entre la libertad y la autoridad? ¿Esperamos alcanzar la libertad mediante el conformismo? ¿Pero no son los medios los que determinan el fin?  

Adoramos la autoridad en distintas formas: conocimiento, éxito, poder… Ejercemos autoridad sobre unos a la vez que nos sometemos a otra autoridad superior. Cuando el hombre carece de visión interior queda sujeto a la coacción exterior, convirtiéndose en instrumento de otros.  Este proceso se manifiesta a nuestro alrededor, a nivel político, por ejemplo, cuando en periodos llamados de crisis las naciones democráticas actúan totalitariamente obligando al hombre a adaptarse a las circunstancias.
Si podemos comprender la compulsión detrás de nuestro deseo de dominar o de ser dominados quizá podamos librarnos de los efectos perniciosos de la autoridad. Anhelamos estar seguros, tener razón, éxito, saber, pero este deseo forma dentro de nosotros la autoridad de la experiencia personal, mientras externamente crea instituciones de autoridad, la familia, la religión, la sociedad. Pero ignorar la autoridad o desprenderse de los símbolos externos no vale para nada.

Romper con una tradición y aferrarse a otra, dejar a un líder y seguir a otro, no es más que un gesto superfluo.

Si nos damos cuenta de la naturaleza interna de la autoridad y si entendemos el deseo de certidumbre, debemos ser libres desde el principio no al final.
El deseo de certidumbre y de seguridad, es una de las principales actividades del ego. Este anhelo compulsivo a de estar vigilado continuamente. El ego, el “yo” y lo “mío” nos domina. Se ha de estar continuamente atento para ver cómo el ego nos engaña con diversos trucos.

La mayoría de la gente busca respuestas hechas a sus problemas cotidianos.

No quiere ahondar en el problema ni comprender su significado, quiere la respuesta, cuanto más rápido y más satisfactorio mejor. Cuando se nos obliga a pensar sobre un problema, nuestras mentes se rebelan porque no están acostumbradas a pensar.
Cuando los problemas aumentan nos evadimos mediante la racionalización o el misticismo. En el 1º caso, es buscar estratagemas ingeniosas, técnicas, económicas, sutiles, intelectuales. En el 2º caso, a través de libros considerados sagrados, el culto, la idea establecida, el símbolo, la entidad superior, etc.

La sociedad basada en el individualismo, en la intolerancia, en la violencia que es el que cada uno busque sus propios intereses, el que cada uno sea más que el otro, esta sociedad necesita una autoridad para imponer orden, para producir cohesión, ya sea una autoridad del estado o de la religión.  Es el temor a estas autoridades lo que nos mantiene unidos. Pero cuando un hombre comparte la relación y la comprende, su vida no se basa en la violencia y no necesita ninguna autoridad.  El hombre que necesita la autoridad es el estúpido, el infeliz, el violento. Cuando está ofuscado busca la autoridad porque sino está perdido. Y busca y produce un líder y lo sigue, por tanto, el líder es el producto de la ofuscación de la gente, -también él está confuso-. Por consiguiente, la autoridad es necesaria en cuanto la gente está produciendo confusión, conflicto, y violencia en sus relaciones.

Una nueva sociedad, un nuevo orden no puede ser establecido por otro, debe ser establecido por el propio individuo, por el propio hombre. El verdadero cambio o revolución viene de dentro, solo sobreviene cuando el hombre comprende sus relaciones, sus actividades, su forma de actuar, de pensar, de hablar, su actitud hacia su vecino, su mujer, su marido, sus hijos. Sin comprenderse a sí mismo solo producirá más desdicha, guerras, destrucción.

 ¿Qué es el ego? Todo el proceso de identificación: mi casa, mi nombre, mis posesiones, el éxito, el poder, el prestigio. El proceso de identificación es la causa del ego.

¿Puede uno vivir diariamente sin ego?  
Veo la raíz de toda esta confusión, incertidumbre, inseguridad, trasiego, esfuerzo; la raíz de todo esto es el ego, el yo. Pero ¿es posible liberarse del yo, el que produce este caos, tanto externamente en política, religión, economía y todo lo demás, como también interiormente en esta lucha, y esfuerzo constantes?
¿Puede cesar al pensamiento?

¿Qué significa la identificación? ¿Por qué los seres humanos se identifican con algo: mi casa, mi coche, mi país, mis hijos, mi dios...?
¿Por qué? Nos identificamos con cosas externas y también con cosas internas: la experiencia. “Lo digo por mi experiencia” ----  

Cuando escucho, ¿lo hago para identificarme con el hecho o no hay identificación y por tanto escucho con un oído distinto?

¿Escucho con mis órganos auditivos u oigo con total atención? ¿O mi mente, está divagando?
¿Puedo estar tan completamente atento, que solo exista el acto de escuchar, sin ninguna identificación, sin opinar?  -lo cual es identificación-.

 ¿Puedo escuchar tan completamente que se produce la ausencia del yo? ¿Puedo ver, observar algo sin el ego, -sin mi país, etc.?

El cese del pensamiento es poner fin a la mismísima raíz del ego. Cuando se da la atención activa, despierta, sin identificación, ¿existe el ego? El escuchar activo implica estar atento a los sentidos, a mi gusto, al conocimiento sensorial. No se pueden detener los sentidos. Pero en el momento en que digo: es maravillosos, debo obtener más de eso, etc., ahí empieza la identificación.

La humanidad ha sido educada, condicionada durante miles de años, a identificarse con todo: el gurú, la casa, dios, el país, y todo lo que está pasando. Y a cada una de esas cosas le acompaña una sensación. Es una sensación a la que se le llama experiencia.

¿Cuándo el ego llega a su fin qué sucede? No al final de la vida o cuando el cerebro se deteriora, sino cuando está sumamente activo, en calma, vivo.

Supongamos que el señor X le ha puesto fin por completo al ego.
X dice: Si, hay una actividad totalmente distinta que no es el ego. Si. Es un mundo completamente distinto, una dimensión diferente, no una dimensión sensorial, ni intelectual, es algo diferente.

Pregunto: ¿Puedo yo como ser humano, vivir sin ego en este mundo espantoso, cruel, violento en lo económico, social, moral y demás?
Quiero averiguarlo, quiero hacerlo. Esa es mi pasión. ¿Porqué existe identificación con la forma, con el nombre? ¿Qué lugar corresponde al pensamiento? Cuando tengo que tomar un tren, ir al dentista, etc., el pensamiento tiene cabida. Pero no tiene cabida psicológica cuando tiene lugar el proceso de identificación.

La identificación ha hecho que el pensamiento haga las cosas equivocadas.
Sin identificación solo hay sensaciones internas. Las sensaciones están despiertas, están vivas, pero la no identificación con la sensación despoja al ego, lo elimina.

La percepción directa transforma la persona, el estado mental y las propias neuronas. Al hallarse en un estado diferente las neuronas se comportan de otra forma.  

El ego es inexistente cuando no hay identificación de ninguna clase. No identificarse con nada, la experiencia, la creencia, el país, las ideas, los ideales, el amor, con nada ni nadie.

¿Es eso la muerte? Quienes llaman muerte a eso, dicen: ¡dios mío, si no me identifico con nada no soy nada!
Tienen miedo de ser nada y por lo tanto se identifican. Pero la nada no es cosa alguna, por tanto, es un estado mental completamente distinto.

Nuestros cerebros están dañados. Durante miles de años hemos sido heridos psicológicamente, interiormente, y esas heridas recordadas forman parte de nuestras neuronas: la propaganda de 2000 años que dice soy cristiano, u otra cosa.
Remediar ese daño es escuchar atentamente, escuchar, y en el acto de escuchar se tiene una percepción directa de lo que se ha dicho, y por tanto, hay inmediatamente un cambio en las células cerebrales. Y una total ausencia de identificación.

¿Se comprende que la identificación y el pensamiento es la raíz del ego?

Si se da importancia al que habla, como un maestro o algo similar, con ello está creando un seguimiento, y por tanto, se está destruyendo a sí mismo.

Tanto el seguidor como el maestro son un detrimento para el proceso de aprender.

Cuando uno está empeñado en aprender no hay maestro ni seguidor.  Solo es importante el ser humano sea de donde sea.

Esta es muestra tierra, de nadie en particular, la tierra en la que vivimos tu y yo. Nuestra tierra.
Pero esa tierra se niega cuando se es nacionalista, cuando se pertenece a un partido o a una religión.
Estas son las cosas que están destruyendo a los seres humanos. El nacionalismo es una maldición. Llamarse hindú o cristiano es una maldición porque nos separa. Somos seres humanos no miembros de una secta.
El político, el hombre comprometido con una conclusión o sistema en el que tiene un interés creado, explotará a cada uno de nosotros, por medio de nuestro nacionalismo, nuestra vanidad, sentimentalismo, como también nos explota el sacerdote en nombre de lo que llama religión.


Es muy importante que cada uno de nosotros comprenda que oír es una cosa y el escuchar que produce acción otra cosa muy distinta. Se puede estar de acuerdo superficialmente en que el nacionalismo, con todo su sentimentalismo e interés creados, conduce a la explotación y a enfrentar al hombre contra el hombre; pero liberar la mente de la mezquindad del nacionalismo es otro asunto.


Ser libre, no solo del nacionalismo, sino de todas las conclusiones de las religiones organizadas y de los sistemas políticos, es esencial si la mente ha de ser joven, fresca, inocente, abierta, encontrarse en un estado de revolución; solo una mente así puede crear un mundo nuevo, no los políticos ni los religiosos, quienes están muertos y atrapados en sus propios sistemas.

Si ha oído algo que es verdad y si solo lo oye y no le perturba activamente, de modo que su mente se libere de todas las cosas que la están haciendo obtusa y retorcida, entonces se convertirá en un veneno.

Descubrir por sí mismo lo que es verdad y lo que es falso, es permitir que la verdad opere y genere su propia acción.

Es de suma importancia que como seres humanos individuales comprendamos por nuestra cuenta todo este proceso de vivir.  Vivir no es solamente una cuestión de función y posición social. Si uno no participa en la vida plenamente la mente se vuelve mezquina y dogmática que en estos momentos están destruyendo a los seres humanos.

Hay que investiga a fondo en su propio interior. Para ello hay que dejar al lado todas las explicaciones y conclusiones sobre sí mismo, todo el conocimiento adquirido sobre el ego. Solo una mente libre, que no está atada a ninguna conclusión, creencia o dogma, es capaz de inquirir.

Si se investiga profundamente en sí mismo, se encuentra con ese estado llamado soledad, sensación de completo aislamiento, de no estar relacionado.
Como ser humano, en alguna ocasión se debe haber experimentado esa sensación desesperada, agonizante y desolada. Ante esa situación buscamos huir mediante miles de maneras: la religión, los libros, la música, la actividad…

Darse cuenta de que la huida nunca satisfará el profundo impulso hacia la realización personal, que es un pozo sin fondo, depende de haber tenido una gran consciencia de ella.
Se ha de comprender este impulso oculto e ir más allá de él.
No puede trascenderlo si no ha saboreado esa extraordinaria soledad, esa oscuridad sin salida. La esperanza surge cuando hay desesperación. Una mente solo está desesperada porque está frustrada en su esperanza. Para comprender este deseo profundo y oculto debe percibirlo por completo.
Entonces puede ir más allá de él. Y descubrirá que hay una completa soledad que es totalmente distinta a sentirse solo. Pero hay que comprender el impulso profundo de autorrealizarse.

Está íntimamente relacionado con la vida diaria porque esta es un agobio, una frustración. Hay una lucha continua por llegar a ser, lo cual es resultado de ese tremendo impulso. Se puede practicar meditación, disciplina, control mental, hablar de paz, pero no tiene sentido mientras no se comprenda el deseo oculto que lo impulsa.

Ese estado de soledad es esencial porque nuestras mentes están cansadas por un esfuerzo constante. Siempre estamos tratando de ser algo, conseguir empleo, hacerse famoso, ser eficiente, ser bueno…. Nuestra vida es lucha, desorden, tribulación, y una mente así nunca puede ser fresca.

¿Semejante esfuerzo es necesario para vivir en este mundo? Quizá haya otro modo de vivir sin esfuerzo, no como una vaca, ni haciendo lo que se nos antoje, sino a un nivel más elevado.

¿Cómo se puede hacer realidad eso? El deseo mismo de adquirir ese estado es otra forma de apego y todo apego es a las cosas que están muertas. Uno se apega a una ilusión, al pasado, a un recuerdo, cosas muertas.

Hay una forma de vivir sin esfuerzo, pero no se puede creer si no se conoce, porque solo conocemos el esfuerzo de realizar las propias ambiciones llenas de tensiones y contradicciones, lo que es resultado del deseo oculto.

No se puede eliminar este deseo hipnotizándose. Hay que mirarlo, acercarse a él sin miedo, porque es un hecho. Deje que el hecho le diga lo que es, no lo diga usted de antemano. Nos acercamos al hecho con una opinión ya conformada, con una creencia, lo cual es pueril e inmaduro.
Hay que acercarse al hecho con inocencia y humildad. Entonces el hecho le dirá lo que es en realidad.

El deseo oculto es profundo y sutil, pero si se es capaz de contemplarlo sin ninguna opinión hecha y sin miedo, entonces puede entrar en su oscuridad, donde la mente está completamente sola, sin influencias.

Dicha soledad es el estado de atención, no influida, no atrapada, silenciosa, quieta de verdad.

La mente no se puede aquietar con hipnosis, ni con mantras, ni oraciones, eso no es quietud, sino muerte. Es poner a la mente una camisa de fuerza, con lo cual no se aquieta, sino que se deteriora.

Lo esencial es comprender este afán profundo y oculto que está siempre cambiando, y esa es la belleza de uno mismo.
Una mente que está quieta, inmóvil, no es una mente muerta. Es activa porque está quieta, y solo así puede ser creativa.



EMOCIONES

MIEDO
Lo que nos libera del miedo es darse cuenta del miedo, sin intentar negar o evadirse de él, sin querer hallarse en otro estado.

Si uno tiene miedos psicológicos, ¿cómo les hace frente?
Si tengo miedo a perder mi posición o prestigio, dependo del público que me alaba. Si tengo miedo de envejecer y volverme senil me encontraré ante la nada y me asusto. Si temo depender de los demás, me apego a los demás y temo perderlos. He hecho algo malo, me siento culpable y temo que se enteren. Me da miedo eso. O me siento ansioso respecto a la muerte, a la vida, a lo que dice la gente, a lo que no dice, a cómo me miran, tengo profunda sensación de presentimiento, de ansiedad, de inferioridad, de vivir una vida carente de sentido.

Pero, este miedo ¿qué es? ¿Porqué existe? ¿Se basa en no ser herido? ¿Uno quiere completa seguridad, y al no encontrarla, uno se vuelve ansioso ante la vida?

Nuestro principal problema es el miedo.
Si huimos o tratamos de superarlo sigue habiéndolo. ¿Es la mente tan delicada desde la infancia que no quiere ser herida? Al no querer ser herido uno construye una muralla.  Antes de que me ataquen yo ataco. En todos los ámbitos de la vida nos andamos pisando los pies unos a otros. Ante el sentimiento de ser herido nos aferramos a algo confiando en que eso nos protegerá.
Y por tanto, me vuelvo agresivo contra todo lo que creo ataca a mi protección.

Como ser humano, ¿a qué le tiene Ud. Miedo? ¿Miedo físico, psicológico, a no tener seguridad? ¿De no querer ser dominado? ¿A qué le tiene Ud. Miedo?

El miedo, el placer y el sufrimiento han existido desde siempre.  Debemos saber cuál es la causa del sufrimiento.
¿Es distinto del temor o del placer? Averigüemos si el sufrimiento y el temor pueden cesar alguna vez. La búsqueda de placer es infinita, sexual, de éxito, de estar apegado a algo, persona, idea, conclusión.
Y mientras persigue el placer siempre le está acompañando el temor. Y donde hay miedo hay sufrimiento.
La codicia, el dolor, el sufrimiento forman parte de la vida. Para saber si todo ello tiene un final hay que ser capaces de percibirlos. Hemos separado el observador de lo observado. Eso significa que hay una división entre eso y lo otro. Por lo tanto, hay conflicto. Pero si el observador es lo observado no hay conflicto. Usted no es distinto de sus cualidades. No es distinto de sus celos, de su ira, de su odio. Usted es todo eso. ¿Sabe lo que sucede cuando se da cuenta de todo eso? Averígüelo, yo no se lo voy a decir. Diría, si, de acuerdo. Descúbralo por sí mismo. No se niegue a experimentarlo. Cuando observa la luna, esa luna no es usted. Usted es todo el acervo de su conciencia. Y el contenido de esa conciencia está configurado por el pensamiento.

Hay que establecer la distinción entre las ideas y los hechos. El miedo, por ejemplo, es un hecho, no una abstracción, una idea. Si uno puede alejarse de la abstracción, puede afrontar el hecho. Pero si la idea y el hecho se mueven en paralelo sin distinguirlos, hay conflicto entre ambos. La idea o ideología que se impone al hecho o el hecho que se impone a la ideología.

El pensamiento es uno de los factores del miedo. Y el pensamiento se basa en el conocimiento que es limitado y acumulativo, luego temporal. Pensamiento y tiempo es lo mismo, y es la causa del miedo.

El interés propio es la causa del miedo en nuestra vida. La sensación de mí, mi preocupación, mi felicidad, etc. Toda esta observación egocéntrica con todas sus expresiones de temor, etc. El interés propio con su deseo de poder, satisfacción, etc. predomina en el mundo y por tanto perpetúa el miedo y esta destruyendo el mundo y nuestro cerebro.

¿Qué es el miedo? No tratemos con ideas sino con hechos. Para comprenderlo hay que tener la claridad de saber que el hecho es más importante que la idea. ¿Existe el miedo en sí mismo, o está relacionado con algo? Tenemos miedo a la muerte. ¿Es el miedo a lo desconocido o el miedo a perder lo que tenemos? Lo que engendra temor es lo que ya pasó o lo que está por venir. Estamos atrapados en las palabras. ¿Por qué la palabra se ha hecho tan importante y no la cosa?

Lo que este mundo necesita no son mejores políticos o ingenieros, sino seres humanos libres. La mayoría de nosotros estamos dominados por el temor. Si se puede penetrar en el miedo y comprenderlo, acabará produciendo inocencia. Eso es lo que necesitamos. 


¿HEMOS mirado el miedo alguna vez en el momento en que se está dando? Cuando tenemos un sentimiento lo nombramos. El nombrarlo es un hecho intelectivo que impide ver el hecho.

Hay innumerables formas de evasión del miedo, si se evade, se huye, entonces el miedo nos perseguirá siempre. 
La palabra, nunca es la cosa, ni el hecho. Hemos de separar la palabra del sentimiento sin que interfiera en la percepción del sentimiento, que es el hecho. 

Cuando se haya penetrado tan hondo se descubrirá que en ese hoyo oscuro hay una completa soledad, la cual es la causa del miedo. 
Si se huye de ella sin examinarla, nunca se superará. 
Hay que encontrarse cara a cara con la completa soledad. 
La soledad es la esencia del ego con todos sus embustes y su telaraña de palabras. 
Solo hay libertad cuando la mente es capaz de ir más allá de la soledad. 
Solo entonces descubrirá lo que es la realidad, una energía que no tiene principio ni fin. 
Mientras la mente genere sus propios miedos será incapaz de comprender.


SOLEDAD

Cuando el hombre se libera de la estructura social, de la codicia, de la envidia, la ambición, la arrogancia, el éxito…, QUEDA completamente a solas. Eso es bello, y uno se siente enérgico.

Sentirse solo, es otra cosa. Es sentirse aislado, incomunicado. Sentir una gran aflicción, no poder ir más allá, estar atrapado. Es una especie de muerte. Sin haber acabado la vida, sin saber qué hacer. Atrapado en sí mismo, en su rutina. Prolongando 50 años más el propio sin quehacer, egocéntrico, ambicioso, buscando una posición, un poder.
Vivimos bajo la presión. La demanda, la posesión, el apego, la ansiedad… ¿Por qué?

¿Qué entendemos por relación? Estar en contacto psicológico con otra persona. En contacto real, no con la imagen que nos hemos creado de esa persona.

En contadas ocasiones nos damos cuenta de que nuestra mente está vacía. Y nos asustamos de ello. Pero nunca lo hemos investigado. Tenemos miedo y nos alejamos, nos escondemos. ¿Podemos dejar de huir? El vacío existe e intentamos llenarlo. Lo llamamos vacío, lo juzgamos, lo condenamos. Si no hacemos todo eso, solo existe eso a lo que llamamos vacío.

Dependemos psicológicamente de los demás. ¿Somos conscientes de ello? No es que sea necesario o malo, pero ¿somos conscientes de que somos dependientes para nuestra seguridad, nuestra estabilidad, nuestra felicidad? ¿por qué?
Porque en nosotros mismos somos insuficientes, pobres, vacíos. Para conocer la propia vacuidad hay que enfrentarse a ella. Pero es imposible hacerlo si siempre estamos buscando distraernos. Y esa distracción puede ser el apego a una persona, una religión, un Dios, etc.
Si llegamos a saber que la evasión no conduce a nada, no cogemos ese camino. Si ninguna evasión soluciona el problema de la soledad, dejo de escapar y estar distraído. Entonces podemos aceptar la soledad y desaparece el miedo. Cuando se comprende la inutilidad de intentar llenar el vacío mediante la dependencia, el conocimiento, la creencia, entonces puede observarse sin miedo. Cuando se da cuenta de que se evade, de que huye de sí mismo, cuando se da cuenta de lo inútil de huir, y ve que eso causa temor, entonces se puede afrontar lo que se es.

¿Podemos mirar sin evaluar, el hecho de nuestro vacío psicológico? Ahí reside la dificultad de nuestra incapacidad para miraros sin juicio, sin condena, sin comparación. Solo podemos observarnos cuando vemos lo absurdo de todo ello. Por tanto, lo que hemos temido como vacío ya no está vacío. Ya no hay dependencia de nada, el amor ya no es apego y la relación adquiere un significado. En la propia comprensión de la evasión, está el cese de la misma.

Dependo de los padres cuando soy joven, después de la sociedad, de un trabajo, de la capacidad y cuando todo eso falla, dependo de la fe. Siempre hay una dependencia. Y la dependencia produce miedo.
Si carezco de fe, cultivo la constancia en una idea, en una forma de vida. Y eso mismo pone en peligro mi autoconfianza.
La dependencia surge porque en nosotros mismos somos insuficientes, nos sentimos solos y vacíos. Y esta dependencia nos lleva a la fe.
La mayoría de nosotros huimos de nosotros mismos, de lo que somos, y por ello cultivamos varias virtudes para ayudarnos a huir.
Intentamos ser consecuentes con un pensamiento y ello nos da energía, pero eso reduce la amplitud de la mente. La mente que es consecuente es una mente pequeña y mezquina.
Cuando somos capaces de afrontar el contenido del yo, existe la posibilidad de tener una fuerza que no pertenece al yo. Entonces puede generarse un mundo y una cultura diferente.



DESCONTENTO –105-

¿porqué cuando se envejece se pierde la dicha de vivir?
¿porqué nos embotamos, nos hacemos insensibles a casi todo?

Estamos demasiado preocupados por nosotros mismos. Luchamos por mantener cierta posición…, debemos ganar dinero.
El peso de todas estas cosas externas nos agobia y perdemos la dicha de vivir.
La gente camina triste, abrumada, enfermiza, distante, neurótica.
Generalmente se dan explicaciones simplistas como que la causa es del mismo envejecimiento.

El esfuerzo inútil es lo que nos destruye. En lo que invertimos casi toda nuestra vida. Haciendo de la vida una serie de batallas consigo mismas, con sus parejas, con sus hijos, con sus vecinos, con la sociedad… Esta lucha incesante acaba con nuestra energía.
La persona que está dichosa con lo que hace no queda atrapada en el esfuerzo inútil.
Pero si nos ponemos como meta, alcanzar vivir sin esfuerzo, eso ya se convierte en esfuerzo y ya perdemos la dicha de vivir.

Lo importante no es la meta de la lucha sino comprender la lucha misma.

La dificultad está en sentirse inferior, por lo que luchamos por convertirnos en algo mayor.
Nuestra codicia, ambición, competitividad nos conducen a la eficiencia despiadada. Son los factores que hacen que luchemos.
Cuando luchamos el conflicto es entre lo que somos y lo que queremos ser.

Si observas como la mente queda atrapada en la lucha y no tratas de hacer nada, entonces la mente deja de luchar y es entonces cuando puedes aprender mucho.

Aprender, entonces, no es un proceso de recogida de información sino un descubrimiento de la extraordinaria riqueza que hay más allá de la mente, y para la mente que descubre esto, hay dicha.

Si observas tu mente tranquilamente sin pedir explicaciones, dándose cuenta de la propia lucha, descubrirás que aparece un estado en el que no hay lucha. 
Un asombroso estado de percepción alerta. En ese estado no hay superioridad ni inferioridad. Todos los absurdos desaparecen. La mente está plenamente despierta y entonces, es dichosa.

El descontento está en esforzarse por conseguir más. 
La dicha es el cese de la lucha. Pero no puede llegar la dicha sin comprender el proceso del más, y porqué la mente lo pide.

¿Vale la pena luchar por conseguir algo? Nunca nos hemos hecho la pregunta, por tanto, nunca lo hemos descubierto. 
¿Hemos rechazado la opinión de nuestros padres, amigos, sociedad, gurús…? Solo cuando hayamos comprendido el significado del más, dejaremos de pensar en términos de éxito o fracaso.

Tenemos miedo de fracasar y cometer errores. Se considera algo terrible porque seremos criticados. 
¿Porqué no habrías de cometer un error? ¿No están cometiendo errores todas las personas del mundo?
La imitación es una forma de robo. Crees que copiando consigues algo de lo que tiene el que imitas. Esta corrupción se extiende a toda la vida humana.
¿El vacío interior se puede llenar alguna vez? Mientras estés pensando en llenarte estarás siempre vacío.

Se está pidiendo siempre más. Nuestra civilización se basa en ello, más propiedades, más dinero, más, más. Por tanto, siempre hay comparación y en consecuencia siempre hay lucha.

El problema no es cómo liberarse de la envidia, sino cómo dejar de pensar en términos de más.

¿Qué significado tiene el sufrimiento? ¿Cómo se encara? Las evasiones son formas de evitar el sufrimiento. La única forma de encararlo, es sentirlo, sin resistencia, permanecer en él sin querer trascenderlo.
                           
ORGULLO – AMBICIÓN -PAG.115-




  

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