Educar-nos para la
ternura -El cuidado corporal con afecto
y respeto para favorecer la integridad psico corporal de las personas /
Educación del tato y del contacto corporal en las relaciones humanas-. Joaquín
Benito Vallejo – Ed. Corona Borealis / 212 páginas – 65 ejercicios
prácticos.
El libro trata de
aportar una “visión trascendental del
ser humano y sus relaciones desde el
nacimiento hasta la muerte”, según se expone en la contraportada. Hay que
cambiar el paradigma social –capitalista- del poder por el SER, y del dinero
por el amor, entendido éste no solo como
el respeto por la integridad personal de los demás, sino además, por favorecer
la realización de sus potencialidades propias e idiosincráticas, sin caer en el
chantaje y la seducción.
Haciendo
un recorrido por la historia natural de los seres vivos desde la célula hasta
el hombre, estudiando los comportamientos de los animales, se corrobora según
los más prestigiosos biólogos y sociólogos, que el afecto y el amor son no solo
la clave de la evolución de las especies, de las relaciones humanas, de la
convivencia y de la colaboración, sino de la existencia del ser humano y de la
vida misma.
Educar-nos para la ternura es educar-nos
a nosotros mismos para hacernos más sensibles, afectivos, comprensivos,
respetuosos, disponibles, responsables, comprometidos…, desarrollando estos
objetivos a tres niveles: con nosotros mismos, con los demás
y con el entorno ecológico político-social que nos rodea, mediante el contacto
corporal consciente.
Contacto
corporal tiene el significado de conexión, unión, vínculo, comunicación. Y es
el requisito para la realización personal y para amar. Sin contacto no puede haber realización ni
amor. Se entiende por realización haber
desarrollado las propias potencialidades convirtiéndose en un ser
independiente, responsable y maduro psico afectivamente. Amar es darse sin
condiciones, proyectarse más allá de sí mismos, apreciando la vida, la
humanidad y la naturaleza.
La
principal función de los seres humanos
es compartir nuestra vida con los
demás. Compartir es dar-nos mutuamente, de manera afectiva y reafirmante. Lo cual
implica a su vez nuestra conexión con los otros
y con el entorno que nos rodea. Estar en conexión con nosotros es
sentirnos plenamente, premisa ineludible para poder estar conectados con los
demás –para sentirlos igualmente-, dentro del medio entorno que compartimos. El
nexo nos posibilita la comprensión, la empatía y la colaboración. El contacto corporal es la forma más
primigenia y profunda de estar en esa múltiple conexión: nosotros, el entorno,
los demás. Darnos es cuidarnos, cultivarnos, protegernos, amarnos. Respetar
la integridad personal del otro y favorecer la realización de sus potencialidades. Y todo esto implica propiciar
las condiciones
sociales, educativas, políticas, económicas... adecuadas para la
realización personal y la colaboración con los demás.
Nuestra sociedad –capitalista- nos
despersonaliza, nos convierte en mercancías, nos “educa” para trabajar,
-educación como domesticación- no para la realización personal, convierte al
trabajo en la única forma de subsistencia –esclavismo- y con ello nos quita el
tiempo para poder cuidarnos y cultivarnos mutuamente en igualdad de derechos.
Nos desconecta de nuestras necesidades y potencialidades reales, nos convierte
en autómatas. Con la despersonalización y la falta de realización personal
viene la carencia vital, y como compensación la necesidad de dominar a los
demás. Según Erich Fromm, el capitalismo es lo más antagónico al amor,
incompatible con él.
¿Podemos estar
conectados con nosotros mismos y con la sociedad donde vivimos, lo que sería el
centramiento ideal? ¿Si la sociedad es perniciosa podemos dejarla de lado y
centrarnos solo en nosotros en busca de nuestra felicidad? Podemos evadirnos, sí. ¿Qué buscamos, el
estar en nosotros mismos, aislados y “felices” sin conexión con la sociedad?
Esto es lo que me temo propician algunas técnicas de ventas de la felicidad y
las sectas en mayor medida. Encerrarnos en monasterios y/o en sí mismos. Hacernos
sentir ilusoriamente felices. Ser inmaduros, infantiles, sin compromiso. Y es
lo que desea el capitalismo, llamado neoliberal.
No se entiende al ser
sin el compromiso con la sociedad. Y la sociedad actual es tremendamente
injusta. Es necesario luchar porque la sociedad encuentre esa armonía, la
igualdad y el respeto de todos. Si el medio en que vivimos es denigrante, estar
en conexión con él podrá hacernos más empáticos con las personas que lo sufren,
podremos adoptar medidas de ayuda y colaboración. Podremos luchar por hacer
prácticamente una sociedad más justa, de miles de maneras. Podemos estar más
conexionados con las personas que nos rodean e incluso con las que están lejos
pero que sufren igualmente. Amar es sentir a la humanidad y a la vida.
Profesionalmente, si nos dedicamos a la salud, la terapia, la educación, el
trabajo social, etc., etc. podremos acompañar y tratar mejor a todas estas
personas que nos rodean y máxime si en alguna medida dependen de nosotros. El
estar en sí mismo y con los demás solo
puede ser un paso, pequeño, minúsculo, para luchar por esa sociedad más justa.
Poca cosa quizá, pero necesaria.
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