lunes, 26 de febrero de 2018

VIVIR Y EDUCAR LAS EMOCIONES


SEDUCETE PARA SEDUCIR
-Vivir y educar las emociones-
Eva Bach y Pere Darder / Ed. Paidos Contextos
Recopilación realizada por Joaquín Benito Vallejo



















Se  trata de empezar a tener un proyecto vital y a partir de este,
desembocar en el proyecto compartido, que va más allá de las
necesidades individuales y que integra a la persona en el colectivo
 social y la compromete con él.

A quien debemos gustar ante todo es a nosotros mismos. 
Para sentirnos con fuerzas para emprender  iniciativas comunes de transformación social con las personas que nos rodean.

Gustarse a pesar de las limitaciones, las carencias y las 
equivocaciones.

Desarrollar la capacidad de disfrutar del camino. 
Fijarse unas metas a las que llegar, pero a la vez vivir intensamente el momento presente. 
El simple hecho de caminar ya debería ser seductor por sí solo,
porque en el camino iremos descubriendo todo lo singular que hay en nosotros.

Quien vive con profundidad emocional y desarrolla un estilo afectivo
propio atrae a los demás y es capaz de despertar en ellos emociones
transformadoras.


El proceso de desarrollo personal no acaba nunca. 
Necesitamos estructurar continuamente todas nuestras 
dimensiones.

Educarnos toda la vida, convertir nuestras vivencias en
conocimiento, aprender nuevas maneras de relacionarnos que
establezcan lazos de afectos con los demás y realizar proyectos comunes.

Debemos adoptar una actitud responsable y voluntaria para convertir nuestra vida en formación.

Debemos educar-nos emocionalmente. 
Una acción que coordine lo que pensamos y lo que sentimos. 
Crear un clima emocional humano propicio.

La educación no es solo para los niños, es para todos. 
Desarrollar nuestras capacidades toda la vida, siempre en crecimiento.

Igualdad de oportunidades significa ayudar a cada ser humano a
confiar en sí mismo y en los otros y a vencer las resistencias que 
ponen límites a una experiencia profunda.

Es necesario crear un clima afectivo rico en estímulos para que cada uno pueda crear la oportunidad para alcanzar el máximo desarrollo y bienestar respetando el ritmo y estilo personal.

Vivir y educar las emociones nos puede acercar a un modelo mejor de persona y sociedad.

Las emociones condicionan nuestras decisiones e influyen en nuestros pensamientos. 
Son una fuente de autoconocimiento y un estímulo transformador.
Nos dicen cómo somos y nos indican lo que necesitamos. 
Todas las emociones pueden ser positivas, constructivas y adaptativas.

El miedo es una emoción básica. 
Se relaciona con la pervivencia de las especies. 
Alerta del posible peligro y nos provoca la reacción para la defensa o la huida. 
Es un mecanismo biológico de  protección fundamental. 
El miedo nos acompaña durante toda la vida e interviene en nuestra actividad y relaciones. 
Por miedo dejamos de hacer cosas que nos favorecerían, hacemos otras que no deseamos y que considerábamos impensables. 
Para sentirnos seguros nos dejamos arrastrar por el miedo, y vamos renunciando a lo que nos gustaría. 
EL miedo nos dificulta las relaciones con los demás. 
Nos inmoviliza para pasar desapercibidos, para no intervenir o dejar que pase el chaparrón.
Ahorra problemas no afrontar las dificultades por impedir el compromiso o el error. 
Atacar al otro también es una manera de defenderse uno mismo.

Actuar muestra la medida de uno mismo y nos presenta como un ser con proyectos y expectativas, que cuenta con los riesgos. 
A través de la acción uno se hace así mismo, evolucióna y se consolida. 
El miedo paraliza el progreso y mina la satisfacción personal. 
Provoca excesivas renuncias a lo que uno es y quisiera ser. 
Genera impotencia, incapacidad y reduce la participación. 
Nos hace eludir la responsabilidad encerrándonos en nosotros mismos. 
Cansancio, desmotivación, ansiedad son los indicadores de una situación no resuelta que nos hace sentir mal con nosotros y con los demás. 
Miedo a aparecer como se es ante los demás, hacerse próximo y asequible, modificar procedimientos para adaptarse a las necesidades, hacerse cargo de las  dificultades, pedir ayuda, compartir vivencias, establecer vínculos que nos ayudan a crecer. 

Miedo a favorecer el intercambio, aportar soluciones, fomentar la innovación, crear ilusión, colaborar…

El miedo paraliza el progreso personal y social, hace que las relaciones sean un lastre, que predomine el descontento, el individualismo, el inmovilismo, la huida.
 
El miedo paraliza el progreso personal y social, hace que las relaciones sean un lastre, que predomine el descontento, el individualismo, el inmovilismo, la huida.


LA COMPLEJIDAD DE LA VIDA

Las personas y la realidad social tienen una gran complejidad. En cada persona aparecen todas las situaciones posibles y cada hecho es fruto de un número ilimitado de elementos. 
Nos cerramos el camino para una vivencia y comprensión de los demás y del entorno.


APUESTA POR LA CREATIVIDAD

Hay que evitar la construcción de prototipos que conduzcan al pensamiento único e impiden la pluralidad de alternativas. 
Se debe fomentar el pensamiento divergente, la investigación, la experimentación, la innovación. 
Educar para la discrepancia, estimular la imaginación, propiciar el espíritu crítico. Enseñar a tener sueños sin las barreras que nos limitan. 
La utopía es necesaria, el realismo es indispensable.  
La creatividad es el puente entre la realidad y la utopía.


SEGUNDAS PARTE PUEDEN SER BUENAS

Hay proyectos que no se deben abandonar nunca, sobre todo, los que están relacionados con el afecto y las emociones. 
En el arte de amar y tejer relaciones estrechas y duraderas con los otros conviene no darse nunca por vencido.


ADMITIR LA NECESIDAD DE AFECTO

Necesitamos conocer el mundo que nos rodea y necesitamos estímulos que nos lleven a ello.  
Necesitamos sentirnos reconocidos y aceptados. 
La necesidad humana esencial es el afecto. 
Todo proceso de conocimiento de uno mismo y de los demás debe partir de esa necesidad primordial. 
Pero a la vez, es la que más nos cuesta admitir, porque implica el reconocimiento del otro. 
Para crecer física y psíquicamente sanos, tenemos que sentirnos amados por el otro y a la vez tenemos que aprender a amarlo.

Vivir y educar las emociones nos debe llevar a la sintonía mutua y al horizonte ético, tomar conciencia de que soy el otro para el otro, y que juntos hemos de emprender proyectos comunes que promuevan la dignidad conjunta.

Hay que ser autónomos y aprender a darse cuenta del afecto que necesitamos y que podemos proporcionarnos nosotros mismos. 
Pero para encontrar el equilibrio hay que caminar hacia la interdependencia, lo que significa compartir lo que somos, ser capaces de dar y recibir afecto y también de pedirlo cuando se necesita. 
La necesidad del otro no la debemos vivir como debilidad sino como la más rica en posibilidades de todas las necesidades humanas. 

LA MAYOR RIQUEZA ES EL OTRO

El valor más grande no es lo que sé, lo que hago o lo que tengo, ni tan solo lo que soy. Es lo que soy capaz de compartir. Mi mayor riqueza es el otro.

La interacción y el intercambio que se establecen en la interrelación me permiten descubrir lo que puedo ser y compartir, ampliar y aceptar lo que soy. El otro actúa como estímulo, reflejo y soporte. Acerca y ensancha mi mundo emocional y me abre un universo extraordinariamente rico de posibilidades que no podría descubrir ni recorrer nunca solo.

Pero a veces ejerce también de obstáculo, me pone en contacto con mis limitaciones y me obliga a revisarme, a superarme y a aceptarme.

La identidad personal la vamos confirmando a través de todos los demás que dejamos entrar en nosotros.  
Por eso es que: sin ti no soy nadie.

Cada relación nos hace ser algo que nunca hubiésemos sido sin  ella. Pero la relación con el otro representa a menudo una fuente de conflictos. Es inevitable. 
El conflicto no debe conducir necesariamente al trastorno emocional o a la ruptura. 
Puede ser enriquecedor e incluso agradecido si aprendemos a afrontarlo con actitud responsable. 
La construcción de la identidad personal  no acaba nunca y no es posible sin la intervención del otro.


EL  CALOR DEL CONTACTO

La emoción no se puede vivir desvinculada del cuerpo. 
El bienestar emocional se relaciona con el bienestar corporal. 
El bienestar se incrementa con la calidez del contacto afectuoso con los demás, y más si hay una sensación táctil. 
Cuando somos acariciados con frecuencia brillamos por dentro y por fuera. 
Cuando acariciamos también. 
Hoy día, la mayoría desconocemos las posibilidades de nuestro cuerpo como vehículo de comunicación afectiva. 
El cuerpo continúa siendo tabú, la incomodidad que nos produce tocar o ser tocados nos impide educarnos en el contacto y gozar con ello. 
Aprender el lenguaje del cuerpo para aumentar la capacidad de sentir y expresar afecto es necesario y tonificante. 
Una caricia física, verbal, gestual, simbólica puede ser ruborizante al principio, pero será agradecida cuando la integremos en nuestra manera de ser.

Los programas de desarrollo emocional deberían plantearse como un objetivo prioritario la educación del cuerpo como fuente y receptáculo de emociones y vehículo de comunicación afectiva.


CONSTRUIR UN PROYECTO VITAL

Construir, idear y realizar proyectos en un sentido dinámico. 
Mantener un proyecto vital a lo largo de toda la vida y revisado constantemente. 
Que no se convierta en un muro donde quedarnos encerrados.  Hacer planes de futuro en función del presente.

El proyecto vital: ¿Qué quiero hacer con  mi vida? ¿Cómo puedo realizar mis aspiraciones? Y ¿cómo contribuyo a la mejora de los demás y del entorno? 
Asumo la responsabilidad de mi vida, la afronto viviendo intensamente, contribuyendo a su mejora, transformando las dificultades en retos y oportunidades de superación.  
Ayudo en el cumplimiento de los proyectos colectivos para hacer la vida más humana y creativa.

El realismo orientado está en la base del proyecto. Aporta el punto de partida de lo que siento que soy, de lo que puedo o deseo ser. También me instala en la utopía necesaria que refuerza el realismo y lo proyecta al futuro. Me proyecta más allá de lo concreto sin desconectarme de él.

La forma como vivo, siento y entiendo la realidad y la colaboración –mi singularidad- es lo que especifica el proyecto.

La formación de la persona es lo que orienta y da coherencia al conjunto de aprendizajes. 
El proyecto vital es la expresión de un compromiso con uno mismo y con la colectividad. 
Es la definición del compromiso ético.


SINGULARIDAD Y SOCIALIZACIÓN

Las emociones nos dan la valoración de lo que pasa en nuestro entorno. 
Por medio de ellas la realidad se hace significativa y la vivo de una forma personal, diferente a los demás. 
Pero también nos dan un contenido social. 
El aprendizaje ha de suponer un proceso de crecimiento de la singularidad a la vez que, de socialización y adaptación básica a la vida con los demás. 
El progreso de la sociedad depende de las aportaciones individuales de sus miembros.


ACTITUD RESPONSABLE ANTE EL CONFLICTO

Adoptar una actitud responsable es hacerse cargo de los propios desaciertos y tener en cuenta las repercusiones que pueda tener sobre el otro.

El conflicto ha de resolverse de manera que las partes implicadas se sientan satisfechas. 
No vale actuar como si no ha pasado nada, ni optar por el silencio o por la huida. 
Tampoco sirve el lamento, el derrotismo, la culpabilización, las excusas y justificaciones. 
Ni la recriminación ni la agresividad, ni dejar pasar el tiempo.

Cuando hay discrepancias, para encontrar una solución óptima hay que tener el deseo profundo de encontrarla. 
Compartida con las partes en conflicto, apoyada en un afecto sincero y en una voluntad persistente.  
Dejar transcurrir el tiempo puede ser necesario para que se calmen los ánimos, pero si se prolonga más de la cuenta acaba denotando desinterés. 
Los problemas que no se afrontan en el momento van creciendo en la sombra y puede que exploten complicando la situación.

Afrontar los problemas significa acordar conjuntamente una solución. 
Una de las peores cosas que puede pasar  es que una de las partes se niegue a buscar soluciones. 
Quedarse sin alternativas puede ser vivido como una agresión a  la dignidad.

 
CIENCIA Y HUMANISMO


La educación de las emociones reúne los requisitos para convertirse en un nexo entre ciencia y humanismo. 
Nunca la ciencia ha estado tan cerca de la felicidad y las cuestiones y materias que se relacionan con ella, como la filosofía, la psicología, la pedagogía y las ciencias humanas.

Ciencia y humanismo han de encontrar su punto de fusión y la primera ha de ponerse al servicio del segundo.  

Una educación de las emociones con fundamentos biológicos y planteamientos éticos puede ser válida a partir de una profunda conexión entre lo que el ser humano es y desea. 
El objetivo último es que a base de generaciones queden incorporados al código genético de la especie y deparen al conjunto de la humanidad un salto cualitativo en su evolución. 
En el caso de la neurobiología los límites están relacionados con la singularidad y con la socialización. 
La singularidad –expresión individual del fenómeno colectivo- se sustenta en la ciencia.


RECUPERACIÓN DEL DIALOGO CON LA NATURALEZA Y EL ARTE          

La naturaleza y el arte son dos fuentes poderosas complementarias e inagotables de emociones no solo estéticas.

Las formas, los colores, la luz…, nos condicionan y repercuten en nuestro estado de ánimo.

Debemos recuperar el dialogo con la naturaleza porque  hay una conexión estrecha entre ella y nosotros. 
Formamos una unidad. Puede favorecer la sintonía con nuestras emociones y las de los demás.

Mediante la contemplación y el conocimiento del entorno entramos en contacto con lo que sentimos
Si profundizamos en las formas del reino animal y vegetal debemos darnos cuenta de que formamos parte de un  delicado equilibrio que entre todos hemos de sostener.  
La plenitud del ser humano exige un dialogo entre el yo, el otro y el universo.

 El arte tiene una importante componente terapéutica destacando su potencial para conectar con nuestras emociones.


COMPROMETIDOS CON LA DIGNIDAD

La dignidad es un principio fundamental que implica respeto y admiración por la vida, consideración y afecto por todos los seres vivos. 
La humillación y menosprecio del otro –ni de sí mismo- no tiene ninguna justificación.

Es un barómetro de nuestra capacidad de amar y un radar que nos alerta ante actitudes que pueden suponer desaire para el otro. 
El compromiso de cada persona con la dignidad de la vida humana es uno de los valores éticos hacia el que debemos encaminar la vivencia y la educación de las emociones.

Este compromiso debe nacer de una estrecha simbiosis entre emoción y reflexión.

La dignidad no se aprende en una clase de ética. 
El mero hecho de pensar que es buena y necesaria tampoco lo garantiza. 
Su importancia hay que sentirla muy dentro de nosotros. 
Requiere una capacidad de experimentar sentimientos auténticos y diferenciados de tristeza, dolor, entusiasmo y afecto  que nos despierten su anhelo. 
Los valores humanos se adquieren a través de un proceso  de identificación y de construcción personal. 
Todo valor humano tiene más fuerza si es sentido además de pensado.

Solo la persona que reconoce y sufre sus propias carencias, y a pesar de ello está dispuesta a aceptarlas  y a convivir con ellas, es permeable al sufrimiento del otro y acepta sus equivocaciones sin desacreditarlo.

Comprometernos con la dignidad supone desarrollar un sentimiento de solidaridad hacia cualquier forma de vida –humana o no- a partir de un sentimiento de igualdad que no permite que nadie se sienta por encima ni por debajo de otro

La actitud emocionalmente responsable y madura es incompatible con la creencia en grupos que se definen por su oposición o enfrentamiento a otros grupos  diferentes. 
Al madurar, la gente deja de creer en bandos. 
Todos deberíamos estar del mismo lado: el de las personas que, a pesar de su condición humana imperfecta o inacabada, reconocen en sí mismas y en el otro la voluntad de aprender y la capacidad de hacerlo cada vez un poco mejor y se ofrecen las oportunidades necesarias para conseguirlo.


UNA NUEVA RENOVACIÓN PEDAGOGICA

La educación es un factor indispensable para que la humanidad pueda alcanzar los ideales de paz, libertad y justicia social, y desempeña un papel fundamental en el desarrollo de las personas y las sociedades.

El sistema educativo actual genera angustia, estrés, frustración y muchas otras insatisfacciones en las personas que lo sufren. 
Es necesario modificar la realidad académica. 
No podemos seguir hablando de personas que fracasan. Cuando esto ocurre, quien fracasa es el sistema.

La educación debe atender todas las capacidades del individuo. 
Las debe desarrollar al máximo para que la persona llegue a su madurez y de esta forma contribuya al progreso y al bienestar social.
Es tan indispensable aprender a conocer y aprender a hacer como aprender a convivir y aprender a ser.  
Razón y emociones deben recibir la misma atención formativa y debe estar presente en todas las adquisiciones que realiza la persona, desde la reflexión ética hasta la preparación para la profesión y la vida social y política.





 
 
 
 



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