Para deconstruir la sociedad actual es necesario instaurar una familia en la que hombres y mujeres se completen en vez de ser incompatibles. Los hombres y mujeres que salgan de esa familia nueva tendrán menos miedo al afecto, vivirán —o empezarán a vivir— más ampliamente todas las líneas de su cuerpo y de su ser, y por eso crearán otro Estado, otro sistema productivo. Y esta vez teniendo la vida como principio organizador. No más matar o morir, sino vivir y hacer vivir.
El gran reto propuesto a la humanidad y a cada persona es de orden práctico.
Cómo pasar de las visiones a las acciones —a las acciones fundadoras de lo nuevo— que dejen definitivamente atrás la historia de la dominación entre los géneros e inauguren el alborear de la cooperación y de la solidaridad en la diferencia las revoluciones moleculares, tal como las entendía Félix Guattari, revoluciones paradigmáticas que se inician en los sujetos personales para abrirse después a las demás esferas de la sociedad —recordemos el famoso eslogan «Lo político es personal y lo personal es político»—.
Estos sujetos no esperan la llegada de la gran aurora anunciando el cambio para todos. El cambio no ocurrirá si los actores personales, hombres y mujeres concretos, no empiezan, donde quiera que se encuentren, a vivir a partir de lo nuevo y a consolidar alternativas implementadas.
¿Y cómo debemos actuar de forma concreta e inmediata para llevar adelante esta propuesta