SEDUCETE PARA SEDUCIR
-Vivir y educar las emociones-
-Vivir y educar las emociones-
Eva Bach y Pere Darder / Ed. Paidos Contextos
Recopilación realizada por Joaquín Benito Vallejo
Recopilación realizada por Joaquín Benito Vallejo
Se trata de empezar a tener un proyecto vital y a
partir de este,
desembocar en el proyecto compartido, que va más allá de las
necesidades individuales y que integra a la persona en el colectivo
social y la
compromete con él.
A quien
debemos gustar ante todo es a nosotros mismos.
Para sentirnos con fuerzas para emprender
iniciativas comunes de transformación
social con las personas que nos rodean.
Gustarse a
pesar de las limitaciones, las carencias y las
equivocaciones.
Desarrollar
la capacidad de disfrutar del camino.
Fijarse unas metas a las que llegar, pero
a la vez vivir intensamente el momento presente.
El simple hecho de caminar ya
debería ser seductor por sí solo,
porque en el camino iremos descubriendo todo
lo singular que hay en nosotros.
Quien vive
con profundidad emocional y desarrolla un estilo afectivo
propio atrae a los
demás y es capaz de despertar en ellos emociones
transformadoras.
El proceso de desarrollo personal no
acaba nunca.
Necesitamos estructurar continuamente todas nuestras
dimensiones.
Educarnos
toda la vida, convertir nuestras vivencias en
conocimiento, aprender nuevas
maneras de relacionarnos que
establezcan lazos de afectos con los demás y
realizar proyectos comunes.
Debemos
adoptar una actitud responsable y voluntaria para convertir nuestra vida en formación.
Debemos
educar-nos emocionalmente.
Una acción que coordine lo que pensamos y lo que
sentimos.
Crear un clima emocional humano propicio.
La educación
no es solo para los niños, es para todos.
Desarrollar nuestras capacidades toda
la vida, siempre en crecimiento.
Igualdad de
oportunidades significa ayudar a cada ser humano a
confiar en sí mismo y en los
otros y a vencer las resistencias que
ponen límites a una experiencia profunda.
Es necesario
crear un clima afectivo rico en estímulos para que cada uno pueda crear la
oportunidad para alcanzar el máximo desarrollo y bienestar respetando el ritmo
y estilo personal.
Vivir y
educar las emociones nos puede acercar a un modelo mejor de persona y sociedad.
Las emociones
condicionan nuestras decisiones e influyen en nuestros pensamientos.
Son una
fuente de autoconocimiento y un estímulo transformador.
Nos dicen cómo somos y
nos indican lo que necesitamos.
Todas las emociones pueden ser positivas,
constructivas y adaptativas.
El miedo es
una emoción básica.
Se relaciona con la pervivencia de las especies.
Alerta del
posible peligro y nos provoca la reacción para la defensa o la huida.
Es un mecanismo
biológico de protección fundamental.
El
miedo nos acompaña durante toda la vida e interviene en nuestra actividad y
relaciones.
Por miedo dejamos de hacer cosas que nos favorecerían, hacemos
otras que no deseamos y que considerábamos impensables.
Para sentirnos seguros
nos dejamos arrastrar por el miedo, y vamos renunciando a lo que nos gustaría.
EL miedo nos
dificulta las relaciones con los demás.
Nos inmoviliza para pasar
desapercibidos, para no intervenir o dejar que pase el chaparrón.
Ahorra problemas no afrontar las dificultades por impedir el
compromiso o el error.
Atacar al otro también es una manera de defenderse uno
mismo.
Actuar muestra la medida de uno mismo
y nos presenta como un ser con proyectos y expectativas, que cuenta con los
riesgos.
A través de la acción uno se hace así mismo, evolucióna y se
consolida.
El miedo paraliza el progreso y mina la satisfacción personal.
Provoca
excesivas renuncias a lo que uno es y quisiera ser.
Genera impotencia,
incapacidad y reduce la participación.
Nos hace eludir la responsabilidad
encerrándonos en nosotros mismos.
Cansancio, desmotivación, ansiedad son los
indicadores de una situación no resuelta que nos hace sentir mal con nosotros y
con los demás.
Miedo a aparecer como se es ante los demás, hacerse próximo y
asequible, modificar procedimientos para adaptarse a las necesidades, hacerse
cargo de las dificultades, pedir ayuda, compartir
vivencias, establecer vínculos que nos ayudan a crecer.
Miedo a
favorecer el intercambio, aportar soluciones, fomentar la innovación, crear
ilusión, colaborar…
El miedo
paraliza el progreso personal y social, hace que las relaciones sean un lastre,
que predomine el descontento, el individualismo, el inmovilismo, la huida.
CIENCIA Y HUMANISMO
El miedo paraliza el
progreso personal y social, hace que las relaciones sean un lastre, que
predomine el descontento, el individualismo, el inmovilismo, la huida.
LA
COMPLEJIDAD DE LA VIDA
Las personas y la realidad social
tienen una gran complejidad. En cada persona aparecen todas las situaciones posibles y cada hecho es
fruto de un número ilimitado de elementos.
Nos cerramos el camino para una
vivencia y comprensión de los demás y del entorno.
APUESTA POR
LA CREATIVIDAD
Hay que evitar la construcción de
prototipos que conduzcan al pensamiento único e impiden la pluralidad de
alternativas.
Se
debe fomentar el pensamiento divergente, la investigación, la experimentación,
la innovación.
Educar para la discrepancia, estimular la imaginación, propiciar
el espíritu crítico. Enseñar a tener sueños sin las barreras que nos limitan.
La utopía es necesaria, el realismo es
indispensable.
La creatividad es el
puente entre la realidad y la utopía.
SEGUNDAS PARTE PUEDEN SER BUENAS
Hay proyectos que no se deben
abandonar nunca, sobre todo, los que están relacionados con el afecto y las emociones.
En el arte de amar y tejer relaciones
estrechas y duraderas con los otros conviene no darse nunca por vencido.
ADMITIR LA
NECESIDAD DE AFECTO
Necesitamos
conocer el mundo que nos rodea y necesitamos estímulos que nos lleven a ello.
Necesitamos
sentirnos reconocidos y aceptados.
La necesidad humana esencial es el afecto.
Todo
proceso de conocimiento de uno mismo y de los demás debe partir de esa necesidad
primordial.
Pero a la vez, es la que más nos cuesta admitir, porque implica el
reconocimiento del otro.
Para crecer
física y psíquicamente sanos, tenemos que sentirnos amados por el otro y a la
vez tenemos que aprender a amarlo.
Vivir
y educar las emociones nos debe llevar a la sintonía mutua y al horizonte
ético, tomar conciencia de que soy el otro para el otro, y que juntos hemos de
emprender proyectos comunes que promuevan la dignidad conjunta.
Hay que ser
autónomos y aprender a darse cuenta del afecto que necesitamos y que podemos
proporcionarnos nosotros mismos.
Pero para encontrar el equilibrio hay que caminar hacia la interdependencia, lo
que significa compartir lo que somos, ser capaces de dar y recibir afecto y
también de pedirlo cuando se necesita.
La necesidad del otro no la debemos
vivir como debilidad sino como la más rica en posibilidades de todas las
necesidades humanas.
LA MAYOR
RIQUEZA ES EL OTRO
El valor más grande no
es lo que sé, lo que hago o lo que tengo, ni tan solo lo que soy. Es lo que soy
capaz de compartir. Mi mayor riqueza es el otro.
La
interacción y el intercambio que se establecen en la interrelación me permiten
descubrir lo que puedo ser y compartir, ampliar y aceptar lo que soy. El otro actúa como estímulo, reflejo y
soporte. Acerca y ensancha mi mundo emocional y me abre un universo
extraordinariamente rico de posibilidades que no podría descubrir ni recorrer
nunca solo.
Pero a veces
ejerce también de obstáculo, me pone en contacto con mis limitaciones y me
obliga a revisarme, a superarme y a aceptarme.
La identidad personal
la vamos confirmando a través de todos los demás que dejamos entrar en
nosotros.
Por
eso es que: sin ti no soy nadie.
Cada
relación nos hace ser algo que nunca hubiésemos sido sin ella. Pero la relación con el otro representa
a menudo una fuente de conflictos. Es inevitable.
El conflicto no debe conducir
necesariamente al trastorno emocional o a la ruptura.
Puede ser enriquecedor e
incluso agradecido si aprendemos a afrontarlo con actitud responsable.
La construcción de la identidad personal no acaba nunca y no es posible sin la
intervención del otro.
EL CALOR DEL CONTACTO
La emoción
no se puede vivir desvinculada del cuerpo.
El bienestar emocional se relaciona
con el bienestar corporal.
El bienestar se incrementa con la calidez del
contacto afectuoso con los demás, y más si hay una sensación táctil.
Cuando
somos acariciados con frecuencia brillamos por dentro y por fuera.
Cuando acariciamos
también.
Hoy día, la mayoría desconocemos las posibilidades de nuestro cuerpo
como vehículo de comunicación afectiva.
El cuerpo continúa siendo tabú, la
incomodidad que nos produce tocar o ser tocados nos impide educarnos en el
contacto y gozar con ello.
Aprender el lenguaje del cuerpo para aumentar la
capacidad de sentir y expresar afecto es necesario y tonificante.
Una caricia
física, verbal, gestual, simbólica puede ser ruborizante al principio, pero
será agradecida cuando la integremos en nuestra manera de ser.
Los programas de
desarrollo emocional deberían plantearse como un objetivo prioritario la
educación del cuerpo como fuente y receptáculo de emociones y vehículo de
comunicación afectiva.
CONSTRUIR UN
PROYECTO VITAL
Construir,
idear y realizar proyectos en un sentido dinámico.
Mantener un proyecto vital a lo largo
de toda la vida y revisado constantemente.
Que no se convierta en un muro donde
quedarnos encerrados. Hacer planes de
futuro en función del presente.
El proyecto
vital: ¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿Cómo
puedo realizar mis aspiraciones? Y ¿cómo contribuyo a la mejora de los demás y
del entorno?
Asumo la responsabilidad de
mi vida, la afronto viviendo intensamente, contribuyendo a su mejora,
transformando las dificultades en retos y oportunidades de superación.
Ayudo en el cumplimiento de los proyectos
colectivos para hacer la vida más humana y creativa.
El realismo
orientado está en la base del proyecto. Aporta el punto de partida de lo que
siento que soy, de lo que puedo o deseo ser. También me instala en la utopía
necesaria que refuerza el realismo y lo proyecta al futuro. Me proyecta más
allá de lo concreto sin desconectarme de él.
La forma
como vivo, siento y entiendo la realidad y la colaboración –mi singularidad- es
lo que especifica el proyecto.
La formación
de la persona es lo que orienta y da coherencia al conjunto de aprendizajes.
El
proyecto vital es la expresión de un compromiso con uno mismo y con la
colectividad.
Es la definición del compromiso ético.
SINGULARIDAD
Y SOCIALIZACIÓN
Las
emociones nos dan la valoración de lo que pasa en nuestro entorno.
Por medio de
ellas la realidad se hace significativa y la vivo de una forma personal,
diferente a los demás.
Pero también nos dan un contenido social.
El aprendizaje
ha de suponer un proceso de crecimiento de la singularidad a la vez que, de
socialización y adaptación básica a la vida con los demás.
El progreso de la
sociedad depende de las aportaciones individuales de sus miembros.
ACTITUD
RESPONSABLE ANTE EL CONFLICTO
Adoptar una actitud
responsable es hacerse cargo de los propios desaciertos y tener en cuenta las
repercusiones que pueda tener sobre el otro.
El conflicto
ha de resolverse de manera que las partes implicadas se sientan satisfechas.
No
vale actuar como si no ha pasado nada, ni optar por el silencio o por la huida.
Tampoco sirve el lamento, el derrotismo, la culpabilización, las excusas y
justificaciones.
Ni la recriminación ni la agresividad, ni dejar pasar el
tiempo.
Cuando hay
discrepancias, para encontrar una solución óptima hay que tener el deseo profundo
de encontrarla.
Compartida con las partes en conflicto, apoyada en un afecto
sincero y en una voluntad persistente.
Dejar transcurrir el tiempo puede ser necesario para que se calmen los
ánimos, pero si se prolonga más de la cuenta acaba denotando desinterés.
Los
problemas que no se afrontan en el momento van creciendo en la sombra y puede
que exploten complicando la situación.
Afrontar los
problemas significa acordar conjuntamente una solución.
Una de las peores cosas
que puede pasar es que una de las partes
se niegue a buscar soluciones.
Quedarse sin alternativas puede ser vivido como
una agresión a la dignidad.
CIENCIA Y HUMANISMO
La educación
de las emociones reúne los requisitos para convertirse en un nexo entre ciencia
y humanismo.
Nunca la ciencia ha estado tan cerca de la felicidad y las
cuestiones y materias que se relacionan con ella, como la filosofía, la psicología, la pedagogía y las ciencias humanas.
Ciencia y
humanismo han de encontrar su punto de fusión y la primera ha de ponerse al
servicio del segundo.
Una
educación de las emociones con fundamentos biológicos y planteamientos éticos
puede ser válida a partir de una profunda conexión entre lo que el ser humano
es y desea.
El objetivo último es que a base de generaciones queden
incorporados al código genético de la especie y deparen al conjunto de la
humanidad un salto cualitativo en su evolución.
En el caso de la neurobiología
los límites están relacionados con la singularidad y con la socialización.
La
singularidad –expresión individual del fenómeno colectivo- se sustenta en la
ciencia.
RECUPERACIÓN DEL DIALOGO CON LA NATURALEZA Y EL ARTE
La naturaleza y el arte son dos fuentes poderosas
complementarias e inagotables de emociones no solo estéticas.
Las formas, los colores, la luz…, nos condicionan y
repercuten en nuestro estado de ánimo.
Debemos recuperar el dialogo con la naturaleza porque hay una conexión estrecha entre ella y
nosotros.
Formamos una unidad. Puede favorecer la sintonía con nuestras
emociones y las de los demás.
Mediante la contemplación y el conocimiento del entorno
entramos en contacto con lo que sentimos.
Si profundizamos en las formas del
reino animal y vegetal debemos darnos cuenta de que formamos parte de un delicado equilibrio que entre todos hemos de
sostener.
La plenitud del ser humano
exige un dialogo entre el yo, el otro y el universo.
El arte tiene una
importante componente terapéutica destacando su potencial para conectar con
nuestras emociones.
COMPROMETIDOS CON LA DIGNIDAD
La dignidad
es un principio fundamental que implica respeto y admiración por la vida,
consideración y afecto por todos los seres vivos.
La humillación y menosprecio
del otro –ni de sí mismo- no tiene ninguna justificación.
Es un
barómetro de nuestra capacidad de amar y un radar que nos alerta ante actitudes
que pueden suponer desaire para el otro.
El compromiso de cada persona con la
dignidad de la vida humana es uno de los valores éticos hacia el que debemos
encaminar la vivencia y la educación de las emociones.
Este
compromiso debe nacer de una estrecha simbiosis entre emoción y reflexión.
La dignidad
no se aprende en una clase de ética.
El mero hecho de pensar que es buena y
necesaria tampoco lo garantiza.
Su importancia hay que sentirla muy dentro de
nosotros.
Requiere una capacidad de experimentar sentimientos auténticos y
diferenciados de tristeza, dolor, entusiasmo y afecto que nos despierten su anhelo.
Los valores humanos se adquieren a través
de un proceso de identificación y de
construcción personal.
Todo valor humano tiene más fuerza si es sentido además
de pensado.
Solo la
persona que reconoce y sufre sus propias carencias, y a pesar de ello está dispuesta
a aceptarlas y a convivir con ellas, es
permeable al sufrimiento del otro y acepta sus equivocaciones sin
desacreditarlo.
Comprometernos
con la dignidad supone desarrollar un sentimiento de solidaridad hacia
cualquier forma de vida –humana o no- a partir de un sentimiento de igualdad
que no permite que nadie se sienta por encima ni por debajo de otro
La actitud
emocionalmente responsable y madura es incompatible con la creencia en grupos
que se definen por su oposición o enfrentamiento a otros grupos diferentes.
Al madurar, la gente deja de creer en bandos.
Todos deberíamos estar
del mismo lado: el de las personas que, a pesar de su condición humana
imperfecta o inacabada, reconocen en sí mismas y en el otro la voluntad de
aprender y la capacidad de hacerlo cada vez un poco mejor y se ofrecen las
oportunidades necesarias para conseguirlo.
UNA NUEVA
RENOVACIÓN PEDAGOGICA
La educación es un factor
indispensable para que la humanidad pueda alcanzar los ideales de paz, libertad
y justicia social, y desempeña un papel fundamental en el desarrollo de las
personas y las sociedades.
El sistema
educativo actual genera angustia, estrés, frustración y muchas otras insatisfacciones
en las personas que lo sufren.
Es necesario modificar la realidad académica.
No
podemos seguir hablando de personas que fracasan. Cuando esto ocurre, quien fracasa es el sistema.
La educación
debe atender todas las capacidades del individuo.
Las debe desarrollar al máximo
para que la persona llegue a su madurez y de esta forma contribuya al progreso
y al bienestar social.
Es tan indispensable aprender a conocer y aprender a
hacer como aprender a convivir y aprender a ser.
Razón y emociones deben recibir la misma atención
formativa y debe estar presente en todas las adquisiciones que realiza la
persona, desde la reflexión ética hasta la preparación para la profesión y la
vida social y política.
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