Hay que educar para vivir, no para trabajar.
Hay que educar en el presente no para el futuro.
Hay que educar para ser no para tener.
Hay que educar para ser no para tener.
Educar para SER implica desarrollar todas las potencialidades corporales, sensoriales, cognitivas, emocionales, expresivas, creativas, comunicativas..., para así poder conocer aquellos aspectos con los que uno se siente más identificado y realizado según sus destrezas y capacidades.
La primera base, raíz y cimiento del SER, es el propio cuerpo. Como capacidad física y también como capacidad de sentir, de percibir, de experimentar, de ser consciente, de comunicarse con los demás. A través del desarrollo de estas capacidades, va creciendo y madurando la identidad personal, el psiquismo y la participación social.
El primer objeto de afinación, de experimentación y de conocimiento es el propio cuerpo, lo que conduce al conocimiento de sí mismo, que significa conocerse corporal, psicológica y socialmente.
Pero, el cuerpo no se afina sino relacionándose con los demás y actuando sobre el entorno que nos rodea.
Luego, paralelo al primer objetivo de conocimiento: el cuerpo, va apareciendo el conocimiento de la realidad exterior. No se puede conocer la realidad del entorno sin conocer la realidad del propio cuerpo, no se puede sentir ni comprender a los demás sin sentirse a sí mismo. Cuerpo – yo – individuo - / realidad externa – sociedad, se retroalimentan mutuamente.
El cuerpo es un microcosmos y una microsociedad. Hay que entender y tratar al cuerpo y al movimiento, como una totalidad en la que se fusiona lo universal y natural con lo particular y social.
La unidad cuerpo-mente-comunicación debe ser cultivada de un modo íntegro.
El cuerpo no es nunca un elemento exclusivamente material. No es una masa de carne sin más. Es carne con afectos, con sentimientos, con proyectos, con deseos, con sueños, con ilusiones, y también con frustraciones.
Todo está impreso en el cuerpo. La estructura corporal refleja cómo se es psíquica y socialmente. El cuerpo es la materia donde se imprime lo psicológico y el modo de relacionarnos con los demás.
Es una materia plástica que se moldea constantemente por las actuaciones mentales y sociales.
El cuerpo físico necesita para su supervivencia el afecto de los demás, en mayor grado que la alimentación. Sin la relación con los demás no puede vivir. El aislamiento y la incomunicación es la enfermedad más grave que nuestro cuerpo puede sufrir. Mata los afectos, las ilusiones, conduce a la demencia y a la muerte orgánica.
Hasta hace relativamente poco tiempo, esta concepción integral del cuerpo, del movimiento y de la persona, no era tenida en cuenta y, por tanto, no se desarrollaban prácticas educativas globales que abarcasen todos estos aspectos. Actualmente existen muchas técnicas corporales que se plantean potenciar los aspectos psíquicos y la comunicación, pero siguen siendo minoritarias.
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