“Educar-nos para la ternura –El tacto y
el contacto corporal en las relaciones humanas”
Joaquín Benito Vallejo Ed.
Corona Borealis
Biología – Sociedad – Educación
Los seres
vivos -y en mayor medida los humanos- gozamos de un doble componente, la
identidad biológica y la social.
Ello significa
que una parte de nosotros la traemos ya al nacer inscrita en nuestros genes, mientras
que otra parte se desarrolla en y mediante la interacción con la sociedad, pero sin
olvidar que esta parte es posible, porque esa posibilidad viene inscrita en los
genes.
Sobre todo,
a medida que se avanza en la escala de la evolución de las especies, la
posibilidad de mayor desarrollo social es posible.
El
componente social es menor en los seres más primitivos y mayor en los
últimos escalones de la evolución.
Hacia atrás los seres más
primitivos y primarios son más instintivos que sociales, es decir, que lo que
traen al nacer es más que lo que van a aprender después, lo traen ya
“aprendido” como instintos o reflejos, respuestas innatas a los estímulos externos.
Mientras
que hacia adelante, los seres superiores o últimos, traemos una
parte básica instintiva mientras que lo que vamos aprender es mayor, eso sí, en
base a lo inscrito, posibilitado, genéticamente.
Por tanto,
el ámbito social debe ser complementario del ente biológico, -no antagónico -.
Ello significa que la sociedad debe complementar la parte biológica o
potencial, desarrollándola adecuadamente, haciéndola real.
La parte
biológica es la que portamos en nuestros genes al nacer como potenciales a
realizar.
En estos
potenciales hay una parte exclusiva de los seres humanos, otra parte más de
nuestros ancestros animales dentro de la evolución de la vida, y otra parte
más, únicamente personal, que solo corresponde a cada individuo en particular.
El
potencial genético ha de desarrollarse mediante la colaboración social, en caso
contrario, los potenciales genéticos pueden quedar inhibidos, deformados o
incluso destruidos.
Es por esto
por lo que la sociedad es complementaria de la biología –debe serlo-. En
caso contrario, la sociedad se manifiesta como un impedimento, una degeneración
que en lugar de potenciar la realización del programa genético, lo inhibe,
desvirtúa, manipula o destruye.
Hay que
remarcar a este respecto que el ser humano, no es plenamente humano con solo
nacer, sino que su plenitud la alcanzará cuando se hayan desarrollado todas las
potencialidades humanas que en él están impresas.
La parte
biológica y genética corresponde a la semilla en sí misma en la que están
inscritas los potenciales –el árbol, por ejemplo- en que puede
convertirse. Mientras que lo social correspondería a su cultivo –de
ahí procede la palabra cultura, el legado dejado por nuestros antepasados-, que
forma parte del aspecto social.
Lo
biológico necesita un ambiente adecuado así como determinadas condiciones para
que se desarrolle, en caso contrario lo genético –lo potencial- no llega a
hacerse realidad, fenece.
Si la
semilla no se introduce en la tierra adecuada, no se la riega y no se le
proporciona los recursos necesarios para que crezca y se convierta en el árbol
que está inscrito en su interior, no será nunca nada.
Este es el
símil o metáfora de la interacción entre lo biológico y lo social aplicable al
ser humano.
Si al niño,
no se le educa para que desarrolle todas sus capacidades innatas y
potencialidades humanas, no llegará a convertirse en un ser humano íntegro.
Así pues,
el ser humano necesita a los demás seres que configuran el medio social, para
desarrollar todos sus potenciales inscritos en sus genes, tanto como
perteneciente a la especie humana como lo que le corresponderá a su individualidad
y personalidad propia.
La biología
y la sociedad forman una unidad común en la que una parte interfiere en la
otra.
De igual
forma, los individuos y la sociedad forman también una unidad común con
interferencias mutuas.
De modo
similar a como la genética y la sociedad forman una unidad en la que una
hace a la otra y viceversa, la sociedad está formada por individuos a la vez
que los individuos están formados por la sociedad.
Ambos son
causa y efecto mutuamente unos de otros. Son los individuos los que hacen a la
sociedad, y es la sociedad la que a su tiempo forma a los individuos. Y vuelven
a ser los individuos los que conforman y transforman la sociedad en un bucle
continuo.
Toda
sociedad tiende a transmitir e inculcar sus normas, sus costumbres, sus
tradiciones, su forma de ser y de pensar, sus mitos, sus creencias, su
ideología, etc., para así, reproducirse y mantenerse ella misma viva, como un
organismo vivo.
Lo
transmiten también los individuos aislados y lo hacen a través de las
instituciones construidas por ellos, y por los medios y recursos de que
disponen.
Así, la sociedad tiende
a anclarse, -puede-, no evolucionar o cambiar un poco según le
convenga o incluso retroceder, porque quienes detentan el poder y que han
construido las instituciones, les interesa que así sea en cada momento porque
han adquirido una serie de privilegios que no quieren
perder, entonces según vean, son más restrictivos o más permisivos
sin que esto último implique la pérdida de sus privilegios.
Históricamente,
la sociedad ha ido siendo dominada por unos pocos que son quienes detentan el
poder y las instituciones que han puesto a su propio servicio, dejando a las
mayorías, las condiciones mínimas de subsistencia para vivir y para que no
protesten ni produzcan altercados.
Una de las
instituciones que más cumplen el papel de mantenimiento y control de la
sociedad es la educación.
Aunque hay
otros medios más de suma importancia como los medios de comunicación, ya que no
solo educa la escuela o la familia, sino todo el entorno social.
En general, al
ponerse al servicio de quienes detentan el poder, la educación
deja de ser lo que debería ser: potenciar el desarrollo de las capacidades
humanas –el potencial biológico y genético- de cada individuo, para convertirse
en domesticación: enseñar a los individuos a
desempeñar el papel que interesa a quienes mandan, reprimiendo el
desarrollo de sus instintos y capacidades innatas y restringiendo en
general las potencialidades que no les interesa, para lo
cual necesitan reprimir, castigar y también imponer otras formas de ser.
Es
simbólicamente similar a la castración que se ejerce con los animales para
amansarlos y convertirles en utensilios de trabajo.
Y al no
desarrollar sus potencialidades, al ser reprimidas, se forman constituciones
neuróticas, defensivas y deshumanizadas. El riesgo es alto para todos, pero no
para el trabajo alienado, institucionalizado y para el empresariado que se
beneficia de él, parece ser.
La sociedad
se convierte así en una cadena de transmisión de las ideas dominantes a la
vez que en una degenerada fábrica de enfermos y psicópatas al impedir la
satisfacción de sus necesidades vitales.
Los riesgos
son muchos a niveles psicológicos y en cuanto a realización personal.
Convierten a los seres humanos en autómatas, incultos, ignorantes, sin
intereses ni ilusiones, autoritarios, fascistas, neuróticos, psicóticos, con
enfermedades psicosomáticas diversas: estrés, narcisismo, idolatría, desrealización,
frustración. Y lógicamente, después forman hijos y sociedades enfermas,
similares a ellos.
Con ello
imponen sus normas de vida y por ello mismo cada vez han ido apartándose más de
posibilitar el desarrollo del potencial biológico de los seres humanos y han
aprendido a impedir desarrollar sus potenciales reprimiéndoles, manejándoles y
manipulándoles.
Han de restringir
y limitar el desarrollo de todas las capacidades del individuo y domesticar a
los ciudadanos para que acepten y reproduzcan el sistema establecido.
De esta
manera la sociedad se convierte en antagónica de la biología. En lugar de
cultivar y engrandecer sus potencialidades, las inhibe, manipula, o coarta.
No todas,
lo cual sería imposible, sino solo aquellas facultades que molestan a los
poderosos de la sociedad, para mantener sus privilegios. Esto es el auténtico
terrorismo, convertir a los seres humanos en peleles, vaciar sus mentes,
sus consciencias, su humanidad plena para reducirles a utensilios de
trabajo.
A pesar de todo, nunca la sociedad consigue mantenerse igual. Progresivamente va
teniendo transformaciones forzadas por los individuos que también construyen
sus instancias alternativas porque no están de acuerdo con las normas dadas y
establecidas.
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